16 junio 2012

Presentación de «Te veo triste» de Fernando Sanmartín


Borja, 15 de junio de 2012

A veces leemos libros, admiramos a sus autores, nos preguntamos de dónde nace el talento que les impulsa a contar las historias que nos emocionan y nos permiten entender qué queremos querer, cómo nos enamoramos, de qué se alimenta nuestra tristeza o las razones que tenemos para vivir y morir. A veces leemos las palabras que han reunido algunos escritores para contar sus cuentos, y no podemos evitar preguntarnos qué pacto han hecho con los dioses para que estos les permitan explicar qué somos, qué sentimos o qué deseamos ser. Yo leía a un tal Fernando Sanmartín. Solo le conocía por las fotografías de las solapas de sus libros. Me gustaba mucho como escribía. No le admiraba porque en esto hace tiempo que soy como Luis Buñuel quien confesaba en sus memorias que no admiraba a Jorge Luis Borges. Además, -añadía el genio de Calanda- yo no respeto a nadie porque sea buen escritor. Hacen falta otras cualidades»[1]. Hoy puedo asegurar que admiro y respeto a este buen escritor que se llama Fernando Sanmartín.
Fernando y yo tenemos amigos comunes y gracias a la amistad, que como dice Luis Alegre siempre es maravillosamente promiscua, conocí a Fernando Sanmartín y tengo, desde entonces, más de mil razones para admirarle. Hace unos años compartimos uno de esos proyectos hermosos con los que la vida, quizá sin merecerlo, nos obsequia. Un grupo de amigos recuperamos la melodía que sonaba en la caja de música de Ramón Acín. Luego un carpintero nos hizo una caja con madera de roble y ahora suena en nuestras casas La última rosa del verano, la melodía que tantas veces se escuchaba en la casa de Ramón Acín en Huesca. Les envié a mis amigos centenares de correos electrónicos dándoles cuenta de cómo avanzaba la construcción de nuestra caja: el diseño del arquitecto Basilio Tobías, la fabricación del mecanismo musical en Francia y Suiza. En uno de aquellos mensajes les conté que ya habíamos elegido el aceite que protegería la madera y Fernando me contesto: «Ya lo veo: acariciaremos nuestra caja como se acaricia a una mujer desnuda». Así es el autor que ha escrito Te veo triste.
Para contarles quién es Fernando Sanmartín voy a relacionarlo con dos personas distintas. Miraré primero el ejemplo de un deportista y después tomaré el caso del protagonista de una de las películas más hermosas de la historia del cine.
Fernando Sanmartín es nuestro Sebastian Coe, el plusmarquista del 1500. El rey de las distancias más comprometidas. Fernando ha escrito libros breves, quintaesenciados, tan bellos como intensos: Los ojos del domador, Apuntes de París, Heridas causadas por tres rinocerontes, Hacia la tormenta, El llanto de los boxeadores, Viajes y novelerías o La infancia y sus cómplices. Es, además, director de la colección de poesía «La gruta de las palabras» de las prensas de la Universidad de Zaragoza. Conserva siempre la elegancia. Tiene el porte de un medio fondista, alguien que demuestra que no basta con ser un tipo explosivo en los cien primeros metros. La media distancia exige velocidad y resistencia. Y Fernando Sanmartín, lord Sanmartín deberíamos llamarle, es un escritor capaz de descubrir el poema que se esconde en cada rincón de la vida. Es un coleccionista de delicadezas que pretende permanentemente la belleza. Miguel Mena señaló en la entrevista para la Cadena SER con motivo de la presentación de Te veo triste en Zaragoza que Fernando habla como escribe, pero hay algo mucho más importante y es que sabe escuchar. Es el más atento escuchador que conozco.
Si Fernando Sanmartín fuera un personaje de una película sería Atticus Finch, el abogado que asume como un compromiso moral la defensa de un hombre negro a quien todos creen culpable en Matar un ruiseñor. Atticus representa la rectitud, el valor de las convicciones que defendera desde la firmeza de los débiles, lejos de la prepotencia, la imposición por la fuerza, el insulto o la descalificación. Tengo la certeza de que una vez que Atticus Sanmartín ha tomado partido, defenderá aquello que le parezca justo sin pensar permanentemente en las consecuencias que esto pudiera tener para él o para sus intereses. Fernando estará siempre al lado de sus amigos –al lado de quienes no lo son– si se trata de defender una causa justa. Bajo una apariencia de fragilidad, de hombre de modos suaves se esconde una firmeza inquebrantable. Para Fernando no hay sueños imposibles. Lo importante es soñar, aunque quizá necesitemos cien años para hacerlos realidad.
Fernando es poeta y zaragocista. Su zaragocismo también se nutre de la poesía, de su visión poética de la realidad. Cuando en mayo de 2008 el Zaragoza bajó a segunda división, Fernando llamó a Pepe Melero para anunciarle que su hijo Jorge y él se harían socios del Zaragoza. Y ahí siguen, sufriendo cada domingo.
Fernando tiene un compromiso permanente con las palabras. Les decía antes que un artesano había construido para nosotros una caja de música. Pues bien, yo imagino a Fernando Sanmartín escribiendo despacio, acuchillando las palabras como nuestro carpintero acuchillaba la madera de roble de la caja de música, sin ninguna prisa, humildemente, hasta que las palabras ya no le piden nada más.
 
Te veo triste
Vayamos ahora con la novela. En Te veo triste encontramos varias historias en una. Marta Sampiero vuelve a Zaragoza porque su padre, el escritor Luis Sampiero, ha muerto. Junto a todas las incertidumbres que genera la desaparición de una persona que queremos (dudas sobre cómo será nuestra vida en su ausencia, sobre si seremos capaces de seguir viviendo), Marta se encuentra con una inquietante nota: «Dile a Carmen Cabrera que he muerto».
A partir de ese instante, Marta inicia un proceso de búsqueda. Busca, desde luego, pistas sobre esa misteriosa mujer llamada Carmen Cabrera, seguirá su rastro por varias ciudades europeas, pero también busca al hombre que fue su padre, a la persona que creía conocer desde siempre y que, sin embargo, guardaba grandes secretos. Lo que queda claro es que hay abismos de nuestras vidas que nos pertenecen únicamente a cada uno. Marta, se busca a sí misma, a la niña que fue en la ciudad que un día transitó. La presencia de Zaragoza en la novela es constante. En Te veo triste puede leerse el nombre de lugares que todos nosotros, como la propia Marta Sampiero hemos frecuentado: Los espumosos, el rincón de Goya, el Canal Imperial, el Teatro Principal…
La novela de Fernando Sanmartín es una celebración de la amistad, un homenaje a algunos de sus amigos. Por eso Marta conversa o recuerda a escritores como Daniel Gascón, Antón Castro, Adolfo Ayuso, José Luis Melero o Ignacio Martínez de Pisón.
Te veo triste es un poema de miles de versos porque la literatura de Fernando Sanmartín es la imagen permanente. Mientras leía la novela quise anotar las frases redondas, frases que a cualquiera de nosotros le costaría una era parir y que a Fernando le salen en cuanto habla o en cuanto toma el lápiz para escribir, y desistí. Cuando había emborronado cinco folios lo dejé estar. Era estúpido copiar como un amanuense la novela entera. Me he permitido traer algunos ejemplos:
«La soledad puede ser un caníbal con hambre»
«Los secretos son canciones que uno tararea sin decir la letra»
«Hablaron como dos náufragos en islas diferentes»
«El paso del tiempo es un mendigo cuyo nombre no conoceremos»
«La melancolía nos acerca a la muerte, nos hipnotiza como el fuego»
«El miedo es un farol que alguien apaga en medio del bosque»
Podría seguir así hasta mañana, pero ustedes tendrán cosas que hacer, entre otras leer esta maravillosa novela que les conmoverá, que les hará entender que la vida eterna es siempre demasiado corta y que no podemos aplazar para mañana la felicidad que nos merecemos hoy mismo. «Te veo triste. Sal de ahí» es lo que le dijo Juan, el novio ocasional de Marta, cuando una tarde sintió que a ella le vencía el abatimiento. A ti, querido Fernando, te diré justo lo contrario: Te veo feliz, Fernando. Sigue ahí.
Víctor Juan

 

[1] Luis Buñuel, Mi último suspiro, Barcelona, Plaza y Janés, 2000, p. 260

04 junio 2012

Somos los libros que hemos leído


Leer, comer, soñar, crecer… Estos verbos tienen algo en común: son necesarios para vivir. He pasado algunas de las tardes más felices de mi vida leyendo las historias que otros han construido con palabras: me he enamorado, he estado enfermo, he vencido adversidades, he vuelto de largos viajes, me he comprometido con causas juntas, he experimentado el valor de la amistad, me ha dolido el dolor de los perdedores, he vencido al miedo... La lectura me ha hecho más grande el mundo, me ha permitido entenderme y entender a las personas que viven cerca y lejos de mí. Leer me ha hecho más valiente y más vulnerable, más sabio y más consciente de mi ignorancia, más fuerte y más frágil.
Leer es un bálsamo para el alma que tiene maravillosos efectos secundarios. Un libro siempre es una invitación a seguir leyendo otros libros
Os confesaré un secreto: me gustaría saber leer en todas las lenguas del mundo para entender con qué palabras se quieren, se echan en falta, se consuelan, se acarician, se animan o son felices todas las personas que leen en cualquier idioma, en cualquier rincón del universo.
Nuestras lecturas forman parte de nuestra biografía. Somos los libros que hemos leído.

01 abril 2012

Infancias [Pregón de la Semana Santa de Caspe 2012] por Víctor Juan

Tenía razón el poeta Rainer María Rilke cuando escribió que la infancia es la auténtica patria del ser humano. En ese trozo de la vida se construye nuestra personalidad básica, aprendemos cosas tan importantes como la lengua en la que nos entenderemos y nos relacionaremos con los demás. Durante los primeros años de nuestra existencia aprendemos a interpretar la información que nos llega por los sentidos al cerebro y hacemos de nuestras manos herramientas de precisión para trasformar el mundo. En este período construimos nuestra identidad, desarrollamos la capacidad para soportar la frustración. Estos primeros años determinan la seguridad que tendremos en nosotros mismos, nuestra capacidad de arriesgar y de explorar el entorno… Escribo esto para justificar mi convencimiento de que el hombre que soy es la consecuencia del niño que fui en Caspe. Y es justo de mi infancia de lo que quiero hablarles en este lugar tan especial para mí porque cuando era niño La Colegiata alimentaba mi imaginación. En el interior de esta iglesia el eco hacía que las palabras permanecieran suspendidas en el aire durante unos segundos. Todo era mágico: las escenas de los retablos, el olor a incienso, las vidrieras por las que se filtraba la luz de colores… Los domingos acompañaba a mis abuelos a misa. Me sentaba en un banco frente al coro. Desde allí podía mirar a Teresa, una joven que cantaba con una voz que me sobrecogía. Supe entonces que si los ángeles cantaban, tenían que cantar como ella. Aquí bautizaron a mis padres, ante este altar se casaron hace cincuenta años, aquí hicimos mis hermanos y yo la primera comunión y aquí mismo he despedido a algunas de las personas que más he querido. Por eso la invitación de la coordinadora de cofradías a escribir el pregón de la Semana Santa de Caspe 2012 es un honor que nunca agradeceré bastante.
Unos meses antes de cumplir los seis años me fui a vivir a Zaragoza, pero los días más felices de mi infancia los pasé en Caspe. Mi abuelo Valentín venía a buscarme y viajábamos como dos viejos camaradas en aquellos lentos trenes que cubrían el trayecto Zaragoza-Barcelona deteniéndose en cada estación, en cada apeadero. A pesar de que tomábamos «el rápido» o «el ligero» a mí el viaje siempre se me hacía eterno. Por eso después de pasar Fuentes de Ebro ya preguntaba cuánto nos quedaba para llegar a Caspe. Machado resumía su infancia en los recuerdos de un patio de Sevilla. La mía está ligada a los lentos trenes que me llevaban hacia el Bajo Aragón. Muy pronto aprendí la retahíla de pueblos que terminaba con «Escatrón, Chiprana y Caspe».
La infancia de Machado estaba unida a los olores del limonero y la mía se perfumó con el romero y el tomillo que crecen entre las piedras pardas de nuestros cabezos. Empecé a entenderme y a entender el mundo con las palabras con las que contaban las historias las mujeres de la calle Vieja durante las noches de verano mientras tomaban la fresca. Fui niño en esta tierra regada por dos ríos, un vasto territorio que reúne la huerta fértil y el secano áspero que ha curtido, durante siglos, el carácter de los caspolinos. La memoria de mi infancia se sostiene sobre la felicidad de los juegos en las escaleretas de la iglesia, en el ir y venir sin propósito por la calle Mayor, en el cielo reflejado en las aguas del embalse o en el estruendo de las cigarras en las tardes más calurosas de agosto…
A finales de los sesenta y primeros años setenta del pasado siglo, que es el tiempo del que escribo, teníamos pocas cosas, pero teníamos la enorme capacidad de disfrutar con todo, de hacer de los pequeños acontecimientos una fiesta. Para ser felices a los niños nos bastaba con uno de aquellos vales que los hosteleros nos repartían y que canjeábamos por una limonada el día de Santa Marta, o con un poco de pan con chocolate, o una patata asada en los tederos de San Antón, o con una torta rápida o con una de las legendarias brevas que se hacían –y se hacen– en los obradores de nuestras panaderías. Todo lo convertíamos en una aventura emocionante que podía comenzar con una merienda en el Vado, con una excursión al huerto a primera hora de la mañana para coger tomates o con un paseo en bicicleta hasta el palacio de Rimer.
En Caspe aprendí a mirar el mundo y luego aprendí a contarlo.
Nuestros padres, los padres de todos los niños de aquella época, trabajaron sin descanso por nosotros. Hicieron mucho con nada y supieron legarnos su ejemplo de honestidad, de laboriosidad y de solidaridad. Así eran mis abuelos y sus vecinos, mis padres y sus amigos.
Vivíamos con lo justo, pero no teníamos la sensación de carecer de lo imprescindible. No teníamos mucha ropa en los armarios ni íbamos de vacaciones a lugares lejanos. No era extraño que las herramientas, los libros escolares, los utensilios de la cocina o los muebles pasaran de una generación a otra. Todo se guardaba porque todo podía servir en algún momento: un alambre, un trozo de cuerda, una madera, un clavo. En ese tiempo de estrecheces queríamos pocas cosas. También los niños elegíamos permanentemente. O el balón de fútbol o las botas. O la caña de pescar o una cartera nueva. Procurábamos alargar los gozos. Soñar era obligatorio.
Los hombres y las mujeres salían de casa sin plan ni coartada, sin un propósito definido y cuando se encontraban con alguien comenzaban a tejer una conversación en la que era tan importante contar como saber escuchar. Todo dependía de la palabra. Aunque caminando sin prisa podía llegarse de casa de mis abuelos en la calle Vieja a nuestra casa de la calle Borrizo en cinco minutos, a mis padres ese recorrido podía costarles dos o tres horas. Yo miraba con ojos de niño cómo los mayores disfrutaban hablando. Hablaban para estar, para ser, para vencer el tiempo... Contar era algo auténtico. Compartían sus vidas y se entretenían con palabras. No era necesario más. Disfrutaban estando juntos. Hablaban de cosas de verdad, de lo que veían, de lo que sentían, de aquello que les preocupaba. Los medios de comunicación no habían invadido sus vidas y por eso las conversaciones trataban de asuntos que les interesaban y les afectaban. Hoy tenemos la mirada secuestrada. Cuando yo era niño, las personas que habían visto algo habían estado allí. Ahora nuestros ojos van y vienen, navegan y naufragan por las pantallas sin terminar de entender nada.
Uno de mis recuerdos más gratos es el de las noches de verano, las dos o tres horas que pasábamos sentados en la calle tomando la fresca, el rato de conversación con el que culminaban todos los días. No se trataba de una manera de matar el rato mientras se refrescaban las casas y la temperatura permitía conciliar el sueño. Deseábamos que cayera el sol. Cenábamos y salíamos a la calle para participar en una gozosa ceremonia. Tuve la fortuna de tomar la fresca con las mujeres de la calle Vieja: la tía Margarita, Mercedes «la platera», la tía Manuela, la tía Julia, Andresa, mi abuela Concha… Teníamos en el patio una silla que no se guardaba en todo el verano. Yo me sentaba en el suelo, con la espalda apoyada en la fachada de la casa. Las mujeres se reunían en corros, en donde las calles se ensanchaban. No se jugaba a las cartas ni se cosía o tejía como en otras épocas del año. Espontáneamente surgía la conversación: «Mirad, chiquetas, qué os voy a contar…». Aquella fórmula iniciática preparaba mi corazón para un viaje al territorio donde nacen las fábulas, al tiempo perdido que era posible recuperar con palabras. «Mirad, chiquetas, qué os voy a contar…». Así empezaba un cuento que no sabía donde me conduciría. Mi abuela y sus vecinas habían ido poco tiempo a la escuela, habían leído pocos libros –quizá no habían leído ninguno–, no habían asistido a la inauguración de una exposición, no habían escuchado una conferencia ni habían visitado un museo, pero tenían un discurso, una historia que contar, su propia historia. Y contaban con palabras auténticas. Los primeros cuentos que recuerdo son las historias que estas mujeres susurraban en las noches azules y quietas de mi infancia. Escuchaba, soñaba y veía cómo las palometas blancas rebotaban contra los adoquines buscando la luz de las farolas. La misma luz que las mataba. Aleteaban de tal modo que podía escucharse el ruido de sus cuerpos contra el suelo.
En aquellos días azules de mi infancia, vivía yo entre Zaragoza y Caspe, aunque tenía la certeza de que mi vida, mi auténtica vida, se detenía cuando me tenía que ir a Zaragoza. En Caspe se quedaban mis amigos, la bicicleta, las cañas de pescar, La Glorieta, Radio Caspe, los jardines de la estación, los cines Lucero y Goya, la libertad para decidir en qué ocupábamos el tiempo, el pan de Caspe, las horas perdidas de la risa sin razón, la sirena que marcaba la hora de comer y de cenar, las personas que tanto me quisieron y que hicieron para mí un mundo perfecto… Al recordar los días que pasaba en Caspe me invadía la misma melancolía que se apodera de mí cuando pienso en el tiempo que se nos fue o en las personas que ya no volveré a ver. Caspe era para mí una suerte de paraíso perdido al que regresaba en cuanto tenía ocasión.
Mi abuelo Valentín venía a buscarme el primer día de las vacaciones de Semana Santa que empezaban, para los escolares de entonces, el miércoles santo a la hora de comer. Mi recuerdo del Domingo de Ramos en Caspe se lo debo a unas fotografías en blanco y negro en las que estoy con mis hermanos y con mis primos. En aquellas imágenes robadas al tiempo seremos ya para siempre unos niños con pantalones muy cortos que apenas pueden sostener en alto una palma. En la memoria también guardo un refrán que se repetía en mi casa y que yo, por la literalidad que caracteriza el pensamiento infantil, tardaría un tiempo en comprender: «Domingo de Ramos, el que no estrena no tiene manos».
Cada Viernes Santo, a primera hora de la tarde, los cofrades subían por la calle Mayor, en silencio, con el rostro grave, las túnicas recién planchadas bajo el brazo y los zapatos embetunados. Mis amigos y yo nos las arreglábamos para ver la procesión del Santo Entierro tres veces. Primero en los jardines de la iglesia donde salían el Nazareno y La Dolorosa, el paso que entonces sólo llevaban sobre los hombros mujeres solteras. Luego corríamos a la calle Santa Lucía para ver pasar por primera vez todas las cofradías. Nos conmovía la historia completa de la pasión, representada en varios actos: La Burreta, La Oración, La Flagelación, El Nazareno, El Cristo, La Piedad, La Cama, La Dolorosa, el Santísimo y la Veracruz. Mientras suavemente anochecía, buscábamos un atajo para llegar a la calle Mayor antes de que lo hicieran los primeros faroles y estandartes para ver, cerca del «cantón de Cotarrán», otra vez la procesión completa. Era nuestra manera de alargar la emoción de aquella tarde de tambores y silencio en la que nuestros corazones latían al unísono.
Frecuentemente, los amigos de nuestros padres nos preguntaban a mis hermanos y a mí si nos gustaba más Caspe o Zaragoza. En el caso de la Semana Santa no teníamos ninguna duda. Preferíamos las procesiones de Caspe porque discurren por unas calles que tienen la dimensión exacta, por el limpio sonido de los tambores y de las cornetas y por la estética de sus pasos. Las procesiones de la Semana Santa de Caspe tienen la belleza de lo efímero: se preparan durante meses y duran apenas un instante. Aunque resulte paradójico, la representación de la Pasión me recuerda que nuestro destino no es el dolor, que hemos sido creados para la felicidad y que nuestros ojos están hechos para la luz. Por eso la Semana Santa era para nosotros la alegría del domingo de Resurrección. Al día siguiente, mientras el resto del mundo celebraba el lunes de Pascua, en Caspe celebrábamos, con una comida en el campo, San Bartolomé.
Para concluir, me voy a permitir un recuerdo estrictamente personal de mi participación en la Semana Santa de Caspe. Antes de cumplir los seis años vestí tres veces la túnica del Nazareno. La primera vez llevé sobre los hombros una pequeña cruz de madera. Mi padre me dio tres consignas que yo cumplí escrupulosamente: «no mires a nadie», «no saludes a nadie» y «no te separes de Conrado». En realidad estuve todo el recorrido pegado a él, cautivado por su habilidad para arrancarle a la caja trepidantes redobles que daban el contrapunto a la banda de tambores. Como era previsible, aquel día decidí que cuando yo fuera mayor tocaría la caja como la tocaba Conrado García. Luego escuché a Jesús Orecilla tocar la corneta y tuve dudas sobre mi futuro: ya no supe a qué carta quedarme. Quizá podría tocar unos días la caja y otros la corneta. Esas tardes también descubrí a una persona esencial en la cofradía del Nazareno: Felipe Liria Guiral, el hombre que podía haber sido actor de doblaje para ponerle voz a Clint Eastwood o a John Wayne. Felipe era el encargado del Santo, la persona que iba de un lugar a otro para tenerlo todo dispuesto. Encendía las velas que se apagaban, echaba más incienso en el incensario, ordenaba parar o avivar la marcha, organizaba los turnos de los costaleros… En la casa de mis padres hubo siempre un hachón del Nazareno porque Felipe, pasara lo que pasara, le guardaba a mi padre un cabo de una de las velas que habían iluminado el Viernes Santo el rostro del Nazareno.
Quiero terminar justo aquí, con este recuerdo para Manuel Juan Jover, mi padre, que hoy se hubiera sentado en uno de los bancos de esta iglesia parroquial de Santa María la Mayor de Caspe, junto a su amigo Felipe, ataviados los dos con sus túnicas del Nazareno, y hubiera sido tan feliz como yo lo soy ahora mismo.
Muchas gracias
Caspe, 31 de marzo de 2012

28 enero 2012

«Algunos días comemos poco y otros no tenemos qué comer»

«Algunos días comemos poco y otros no tenemos qué comer». Así se explicaba ayer en la radio un padre de familia que hace dos años que está en paro. Frente a este drama nacional los políticos continúan interpretándose a sí mismos, jugando al club de la comedia, olvidando cada una de sus promesas. Quienes ahora gobiernan ya no recuerdan aquella fórmula magistral que se resumía en «haremos lo que tenemos que hacer», «crearemos varios millones de puestos de trabajo». Mientras ellos vagan, amnésicos, de comisión en comisión, de un lado para otro con el coche oficial y el teléfono móvil pegado a sus orejas hay familias que algunos días comen poco y otros no tienen qué comer.

29 diciembre 2011

A esguaz (24 de agosto de 2002)


Publiqué esta nota en agosto de 2002, cuando yo era pequeño

Ir a esguaz. No han pasado cuarenta años desde que se congeló para siempre esta imagen. Un grupo de veintiocho hombres limpiando la acequia que les daba de comer. Había que hacerlo una vez al año:

- "Tarariii. Se hace saber, que el que quiera ir al esguaz se presentará el jueves a las ocho, con la "ja" y la espuerta en La Glorieta".

Hombres metidos en el fango hasta la cintura que trabajaban por la comida y un sueldo.

No hace cuarenta años. Ninguno de ellos tenía en casa televisor, si sabían qué sería un ordenador, ni los cajeros automáticos, ni el teléfono móvil. Por esas mismas fechas, había que esperar meses -y casi siempre años- para que telefónica instalara un teléfono particular.

Veintiocho hombres de Caspe (Zaragoza) haciendo, por poco más que por la comida, un trabajo de auténticas bestias. Este es un trabajo que hoy les dejaríamos -vengonzantemente- a los que vienen de fuera: los negros de todos los colores, los árabes...

Aunque aún no hace cuarenta años que se tomó esta fotografía, es difícil reconocerse en aquella sociedad: en primer lugar porque tenemos una memoria frágil y, en segundo lugar, porque hemos cambiado mucho (la tecnología, la educación, la legitimidad de todo el sistema, la jerarquía social, los valores, etc.).

Y es que a pesar de todas las contradicciones, nunca hemos tenido un país mejor que ahora.


La fotografía la tomo de Barceló, A. y Serrano A. (1999): Afanes cotidianos. Estampas de oficios y trabajos en el Bajo Aragón (1999), Zaragoza, Grupo Cultural Caspolino

08 diciembre 2011

Marta

Descarga gratuita de la novela Marta de Víctor Juan [descargar]

12 octubre 2011

La ofrenda de flores: hacer juntos, mirar juntos

En Aragón es frecuente que las vísperas de las fiestas sean tan importantes como las propias fiestas. Así ocurre con la ofrenda de flores que para mí se iniciaba, en realidad, la víspera del día del Pilar cuando acompañaba a mi madre a recoger el ramo de claveles, me probaba el traje de baturro que me hizo mi tía y preparábamos la bota para llenarla de naranjada, el pan y el chorizo para las alforjas, y la gayata –todo aquello era para mis hermanos y para mí el complemento natural del vestuario–. Algunos años después, la víspera de la ofrenda fue la primera noche que pasé en vela, callejeando sin norte, repartiendo el rato entre los bares –pocos bares, que había que estirar las escasas pesetas de que disponíamos para todas las fiestas– y los bancos del paseo mientras reíamos por todo y por nada, como sólo se ríe a los diecisiete años. La víspera de la ofrenda de flores fue para nosotros una suerte de proceso iniciático que nos permitía ingresar en el club de quienes habían sido capaces de estar una noche entera sin dormir. Cuando clareaba el día tomábamos un chocolate con churros y nos acercábamos al Pilar, a la calle Alfonso, o a la Facultad vieja de Medicina para ver como se organizaban los grupos de baturros más madrugadores.

Cuando en 1958 se celebró la primera ofrenda de flores predominaba la tristura del gris en todo el país y había mucho silencio en la sociedad zaragozana. El dictador aún viviría 17 años más y la sombra del régimen se proyectaría después de su muerte. Las fiestas del Pilar eran las fiestas de una ciudad sin ciudadanos porque solo se puede ser ciudadano si se es libre. Algunos se empeñaban en ser ciudadanos contra viento y marea y ejercían la ciudadanía clandestinamente en las catacumbas de la libertad. La ofrenda de flores nos devolvía, por un instante, la condición de ciudadanos que podían disfrutar de su ciudad. La ofrenda permitía a la gente reunirse cuando estaba prohibido el derecho de reunión y conversar mientras caminaban por las calles de Zaragoza.

Durante la Transición, cuando se intentó terminar con algunos recuerdos de la dictadura, hubiera podido ocurrir que la ofrenda resultara un acto anacrónico y perdiera todo el interés. Baste pensar en las jotas patrioteras y fascistas, las celebraciones del día de la raza y del día la hispanidad, la proximidad entre el régimen del general Franco y la jerarquía de la iglesia católica… Por si todo esto fuera poco, en 1913 Alfonso XIII había declarado a la Virgen del Pilar patrona de la guardia civil. Aquello era lo último que le faltaba al día 12 de octubre para convertirse en una lejana y extraña celebración. Todo indicaba que la ofrenda de flores moriría de inanición porque no le interesaría a nadie. Pero no fue así. La ofrenda se vigorizó y se convirtió en un elemento de expresión de los ciudadanos que querían tomar la calle con una ceremonia que no era ni una procesión ni un desfile.
Una de las claves del éxito de la ofrenda radica en que en ella participan todos los que están en la calle. La ofrenda es tanto de como quienes se visten y llevan flores como de quienes miran. La mirada de los otros, la mirada necesaria e imprescindible, nos hace existir. Los que se exhiben y los que contemplan hacen posible el ritual de tomar la calle, de compartir un propósito. La ofrenda nos brinda la oportunidad de ser por un día “nosotros”, la oportunidad de participar en una liturgia ciudadana. Ir a la ofrenda es colaborar en una tarea común. Desde las aceras miramos pasar a la gente vestida con el traje del país como se mira discurrir un río o como se contempla el mar en invierno. La marea de colores nos purifica al tiempo que despierta en nosotros un sentimiento de pertenencia, un sentimiento de identidad. La ofrenda de flores es una fiesta asamblearia. Todo el mundo forma parte del yo colectivo que ese día sale a la calle para pasear, para dejarse ver y para mirar, para ocupar un espacio que le pertenece. La ciudad es de los ciudadanos o no es de nadie. La ofrenda permitió que pasáramos de ser espectadores de la fiesta a ser los protagonistas.

La ofrenda es una ocasión para hacer algo entre todos, para confeccionar un gigantesco manto de colores para la Virgen del Pilar, un manto en el que predominan flores humildes como los claveles, la esparraguera, los lirios o los gladiolos, un manto efímero y breve como son breves y efímeras las cosas que nos hacen más felices.

El éxito de la ofrenda también reside en su simplicidad. Sólo hay que recorrer unos centenares de metros para depositar un ramo de flores. No es necesario ser de un club, de una asociación ni de una cofradía. No hay que ensayar ni hay que superar una prueba de ingreso. No hay que reunir unas condiciones físicas especiales. La ofrenda está abierta a todos. Se puede ir sólo, en pareja, con la familia, con un grupo de amigos… No importa quien seas ni de dónde hayas venido. No importa el traje que lleves, ni la edad que tengas, ni los bailes o las canciones que te conmuevan. Todo el mundo es bienvenido. Hay en la ofrenda un componente imprevisible, un caos dentro del orden.

La ofrenda de flores es un acto que ha perdido su carácter estrictamente religioso, aunque a veces tengo la impresión de que la relación de los aragoneses con la Virgen del Pilar no se explica exclusivamente desde las convicciones o las creencias religiosas. Recientemente, José Manuel Ontañón me contaba que el primer viaje que hizo después de la guerra civil fue de Madrid a Zaragoza. Vino con el encargo de cumplir la promesa que su madre, la maestra María Sánchez Arbós, le había hecho a un miliciano aragonés de la Columna Durruti a quien atendió en el Hospital de sangre en donde ella trabajaba voluntariamente. Aquel hombre le pidió justo antes de morir que le pusiera en su nombre una vela a la Virgen del Pilar.

Afortunadamente, los niños y los jóvenes no han oído hablar de la fiesta de la raza y desconocen el contenido patriótico que quería dársele a la fiesta de la hispanidad… Ni siquiera han visto en la televisión en blanco y negro de nuestra infancia Agustina de Aragón, protagonizada por Aurora Bautista, la película que veíamos las tardes del 12 de octubre. Hoy algunos participan en la ofrenda de flores por devoción, otros por seguir con la tradición que heredaron de sus padres. Para muchos la ofrenda es, simplemente, la ofrenda, un día para tomar la calle, para hacer un ejercicio de ciudadanía que nos permite sentir la ciudad como algo propio, que nos permite recorrer las principales calles de Zaragoza para construir algo entre todos. Los que participan en la ofrenda –quienes llevan flores y quienes miran– son más felices que hace 50 años porque vivimos en una sociedad democrática, infinitamente más culta y más justa que aquella que contempló por primera vez en 1958 como se elaboraba, clavel a clavel, un manto para la Virgen del Pilar.

Víctor Juan
(El periódico de Aragón 12 de octubre de 2008)

14 julio 2011

Deudas de serie

Deudas. Desde hace meses, entre los mensajes basura que colapsan mi cuenta de correo, recibo uno que lleva por título «cancele sus deudas». Estoy tentado de llamar al número de teléfono que me indican para que todas mis cuentas pendientes se pongan a cero.

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De serie. Algunas cosas en ti tienen poco mérito o ninguno: la sonrisa, la mirada, el color de tu piel y de tu pelo, la forma de tus manos... Forman parte de tu equipamiento de serie. Lo que más me gusta de ti son los extras que has conquistado con el tiempo: la inteligencia, la palabra, el rigor, la voluntad de querer.

19 junio 2011

un paseo

Ayer me regalé un paseo por el centro de Zaragoza: Don Jaime, el Coso, Alfonso, plaza del Pilar, plaza de San Bruno, San Vicente de Paúl... Tuve la certeza de no haber mirado nunca la ciudad como ayer la miré

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Levantar el campamento, por Daniel Gascón en Letras Libres

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Carlos Terreu, uno de los administradores concursales del Real Zaragoza, fue compañero mío del bachillerato. Nos reímos tanto juntos que quizá la felicidad compartida me autorice a sugerirle algunos fichajes. He visto el listado de acreedores del Real Zaragoza. En realidad, solo falto yo en ese listado.

05 junio 2011

Esperanza

Estos días -y todos los días- hemos de buscar las palabras en las que anida la esperanza

03 junio 2011

Pasa el tiempo tan suave...

Ayer comentaba cosas de mi infancia con el profesor de solfeo de mi hija -un señor de veinticuatro años que además de profesor de música es especialista en Aristóteles, habla latín y griego clásico, francés, inglés y griego moderno- y cuando quise comparar «la escuela de nuestros tiempos» me dijo «¡pero si tú podrías ser mi padre!...» y tiene razón. Brad Pitt. Pepe Melero y yo aún podemos interpretar papeles de jóvenes adolescentes, pero es cierto que el tiempo se pasa tan suave...

15 mayo 2011

Como dios quiso que fuera

Cuando me puse en viaje supe que aquella iba a ser una carrera de al menos una parada. Técnicamente me convenía parar en el kilómetro cincuenta. No cambiaría neumáticos. Me la jugaría con los neumáticos duros. Al ir a pagar asomaron entre mis tarjetas de crédito las tarjetas de abonados del Real Zaragoza de mi hijo y la mía. El empleado de la estación de servicio casi me dio el pésame y me dijo que la joven que le acompañaba era del Barça. Le felicité por ello:

-Enhorabuena, será usted muy feliz en este mundo.

-Si usted entendiera de fútbol también sería del Barcelona.

-Qué va. Imposible. Si usted entendiera realmente de fútbol sabría que no elegimos el equipo al que pertenecemos y que en esta vida se puede cambiar de casi todo: de trabajo, de casa, de pareja, de país o de sexo, pero uno no puede dejar de ser del equipo que dios quiso que fuera.

Sólo así se entiende la absurda tristeza que nos produce la derrota o la absurda alegría que nos acompaña cuando, de tarde en tarde, ganamos un partido.

Esta noche se juega el partido de nuestra vida. Cada partido es, en realidad, el partido de nuestra vida. Durará unos noventa minutos y después de que el árbitro pite el final del encuentro nosotros alargaremos con palabras durante el resto de nuestra vida la efímera alegría o puta la tristeza.

29 abril 2011

Asuntos pendientes

Una cena, una conversación, abrazarte, un libro, un viaje, un café, besarte... Contigo quiero tener siempre asuntos pendientes, una razón para pensar en ti, para volver a verte y aunque finalmente se pase la vida -porque el tiempo se pasa muy suave- sin que hayamos encontrado la ocasión para para cenar juntos, para abrazarte o para hacer ese viaje que proyectamos tantas veces, lo más importante es que vivo sabiendo que entre tú y yo hay asuntos pendientes. Es la vieja tensión entre la potencia y el acto. Por eso, aunque a veces no me entiendas, prefiero saber que puedo besarte a besarte.

Un día me esperaba a mí mismo

A veces, muy pocas veces, uno tiene el privilegio de sostener en las manos un libro tan hermoso como un libro hermoso. Ni más ni menos. Un libro de diseño cero, un libro que invita a leer, un libro que es todo lo que una persona razonable espera de un libro. Un libro en el que se ha cuidado la tipografía, la selección del papel, el color de la cubierta, la partición de las palabras, las líneas viudas... La sensación de belleza que transmite un libro-libro, un libro hecho con amor, es tan difícil de explicar que lo mejor es no decir nada. Compren Un día me esperaba a mí mismo de Miguel Ángel Ortiz Albero, editado por Jekill&Jill editores y entenderán qué quiero decirles.

25 abril 2011

Folletín coleccionable

Cada domingo y fiesta de guardar, publicaré una nueva entrega de este coleccionable. Ustedes podrán ordenar los párrafos como mejor les parezca.

I. «Cogió las llaves, se palpó los bolsillos buscando el teléfono, el paquete de pañuelos, la pluma estilográfica, la billetera... Repetiría ese mismo gesto varias veces al día. Siempre le parecía que le faltaba algo. Y tenía razón: siempre le faltaba algo».

21 abril 2011

Como una caja de herramientas

Como cualquier humanista, tengo un par de cajas de herramientas que son una metáfora perfecta de mi vida. Hace unos diez años que no las ordeno -ni las cajas ni la vida misma-. En estas cajas los objetos han encontrado su lugar natural, el lugar que el destino, el azar o su propia existencia les ha reservado. Cada vez que busco un tornillo, lo remuevo todo. A veces lo encuentro y entonces lo meto todo como dios me da a entender, sin pensar que habrá una próxima vez. No tengo más remedio que confiar en mi capacidad para encontrar la lógica que preside el caos.

20 abril 2011

Que tanta maldad nazca de la nada

Esta mañana me ha dado por coger la azada y picar un poco -apenas nada, que yo soy de poco picar- las hierbas del huerto. Mientras mi espalda se quejaba, me he acordado del tio Pedro, un hortelano a quien conocí hace veinticinco años, cuando él ya había superado los ochenta. Decía que las malas hierbas las echaban los franceses por la noche. Entonces no le creí, pero ahora sé que tenía razón. No puede ser que tanta maldad nazca de la nada.

12 abril 2011

Jekyll&Jill editores

Cada 10 de abril, salvo que por esas puñetas de la vida estemos en un bisiesto, se cumplen cien días desde que estrenamos el año. Se terminó el período de prueba, el margen de confianza, el tiempo de adaptación. Después del 10 de abril entramos en el tiempo definitivo, en los días en los que hay que exigirle al año que nos dé lo que nos prometió, lo que esperábamos de él. Y yo, en este tiempo definitivo, he de darles una gran noticia. Jessica Aliaga Lavrijsen y Víctor Gomollón han creado una editorial, Jekyll&Jill. Inician su catálogo con la novela Un día me esperaba a mí mismo del escritor Miguel Ángel Ortiz Albero.
El día 17 de abril -ya falta menos, aguanten un poco más la tensión- estarán los cuatro -editores, autor y novela- celebrando el Día del libro en el Paseo Independencia. José Giménez Corbatón presentará Un día me esperaba a mí mismo en la librería Cálamo, el martes 26 de abril a las 20 h. Pero de eso ya les daré cuenta cuando llegue el momento. Hoy alegrense del nacimiento de Jekyll&Jill.

11 abril 2011

Fórmula magistral

Hacer pocas cosas. Solo aquello que nos apasione.

Buscar la sencillez. Nada tiene tanta fuerza como lo simple.

Eliminar todo lo que no sea estrictamente necesario.

Empezar siempre de nuevo. En cada ocasión, todo.

Empeñarse en aquello que se ha soñado primero.

20 febrero 2011

Elisa y Marcela. Más allá de los hombres

Es bien sabido que el magisterio fue un colectivo controlado por la iglesia y por los caciques de cada época, y que las maestras estuvieron sometidas a la estricta vigilancia de la sociedad. Gran parte de los expedientes incoados a maestras estaban relacionados con su vida privada, con sus comportamientos extraescolares y no con cuestiones estrictamente derivadas de su trabajo en las aulas. La vida de las maestras, sobre todo en los pequeños núcleos rurales como en los que trabajaron Elisa y Marcela, se reducía a la escuela y la iglesia. En este contexto de falta de horizontes, dos maestras reunieron el valor suficiente para enfrentarse a la sociedad y procuraron, por encima de cualquier otra cosa, su felicidad. Por eso se casaron –sirviéndose de mil argucias, mintiendo como mienten los enamorados– en la parroquia de San Jorge de Coruña el 8 de junio de 1901. Aquel fue, como se calificó en la prensa, un matrimonio sin hombre.

Marcela y Elisa hicieron cuanto estuvo en su mano para amarse. Por estar juntas renunciaron a su trabajo, a su familia, al país en el que habían vivido, se enfrentaron a burlas, censuras, insultos y acusaciones injustas. El malditismo de estas maestras fue una creación de los medios de comunicación de la época, tal y como demuestra Narciso de Gabriel en su búsqueda de datos sobre este episodio en las páginas de la prensa gallega, en la prensa de Madrid, de Portugal o de Buenos Aires. Los periódicos buscaban el sensacionalismo, publicitando los aspectos más escabrosos de la imagen de estas dos mujeres que decidieron amarse a costa del dolor, del desprecio, de la burla y de la condena pública. Y esta persecución mediática fue rentable. La revista Nuevo Mundo vendió en los días 3 y 4 de julio de 1901 cerca de veinte mil ejemplares, algo inusitado en la época. Cuando en 1904 los medios de comunicación dejaron de ocuparse ellas, se les pierde la pista, como si Elisa y Marcela hubieran desaparecido de la historia.

Aunque siempre se ha perseguido a quienes sueñan y a quienes son felices, estas maestras tuvieron el valor para enfrentarse consigo mismas, el valor de aceptar sus deseos y de luchar por sus sueños para no llevar una existencia hipócrita.

El profesor Narciso de Gabriel nos tiene acostumbrados a trabajos rigurosos, hechos sin ruido y sin prisa, estudios demorados, investigaciones a las que dedica el tiempo que cada proyecto le demanda. Así lo hizo, por ejemplo, en Escolantes e escolas de ferrado (2001), en Ler e escribir en Galicia (2006), o en una investigación particularmente cargada de valores éticos, origen del brillante artículo publicado en el año 2000 en esta misma revista: «Arximiro Rico. Vida e morte dun mestre republicano», y, ahora, con Elisa e Marcela, Alén dos homes (Nigratrea, 2008) ha demostrado que es posible esperar quince años para completar todos los detalles de una «una de las más extraordinarias historias de amor de todos los tiempos», como califica Manuel Rivas a la historia de Elisa y Marcela en el prólogo a la edición en castellano de la obra.

Afortunadamente Narciso de Gabriel es el historiador tranquilo que lee sin prisa, escribe acariciando cada palabra –esa pasión por la escritura bien hecha le ha valido premios tan prestigiosos como el María Barbeito, el Losada Diéguez, el Crítica Galicia y el Concepción Arenal–. Narciso de Gabriel no ha caído en la tentación de querer publicar una exclusiva, una primicia sobre una historia tan apasionante. Para demostrar esta pasión por el trabajo bien hecho basta reparar en las 522 notas al final del texto, en el brillante análisis de las claves interpretativas que Narciso de Gabriel ha hecho en la segunda parte del libro -hermafroditismo, lesbianismo, travestismo y feminismo- o en el detallado anexo en el que se reproducen documentos esenciales para entender e interpretar este suceso.

No puedo escribir en Sarmiento. Anuario Galego de Historia da Educación sobre este libro ni sobre su autor sin tener un recuerdo de admiración y de cariño para Herminio Barreiro, un profesor que hizo suya la promesa de Protágoras cuando invitó a Hipócrates a que fuera su alumno: «Si me acompañas te sucederá, cada día que estés conmigo, que regresarás a tu casa hecho mejor ». Y eso es lo que le ocurrió a Narciso de Gabriel y a un puñado de historiadores gallegos que proyectan de mil maneras en sus clases, en sus investigaciones y en cuanto escriben el poso que dejó en sus vidas el privilegio de haber conocido a Herminio Barreiro.


Víctor Juan

De Gabriel, Narciso, Elisa y Marcela. Más allá de los hombres, Barcelona, Editorial Libros del Silencio, 2010
Reseña publicada en la revista Sarmiento (Anuario Galego de Historia da Educación) correspondiente al año 2010

02 febrero 2011

Un proyecto nuevo

Un gran proyecto. Después de pensarlo -pensar es relativamente fácil-, me dije que lo mejor era dejarlo estar. Pero no. Voy a embarcarme en esta historia. Durante los próximos meses seré el doctor Livingstone (supongo).

06 enero 2011

Cualquier cosa

Daría casi cualquier cosa por poder escribir hoy una carta a los reyes magos, por recuperar la emoción de la infancia, por abrazar a las personas que me hicieron tan feliz cuando era niño, por escuchar a mi abuelo Valentín enfadarse con el mundo («Ten cuidado, maño -me decía-, aquí, si te descuidas, te quitarán hasta la manera de andar»).

Daría casi cualquier cosa por poder contarle a mi padre cómo quiero a mis hijos.

Daría casi todo lo que me pidieras por volver a hablar contigo como hablábamos cuando solo queríamos ser.

29 diciembre 2010

Morir y matar por ella

Casi se han pasado dieciséis años desde que me alegré al oír cómo lloraba. Luego pasamos unos días en el hospital, juntos, los tres, sin saber ni qué hora era ni si habíamos comido o teníamos que dormir. Todo me daba lo mismo. Supe enseguida que nada me dolería tanto como su dolor y que sería capaz de matar y de morir por ella. Lo que de ninguna manera pude intuir es que ella me iba a hacer tan feliz.

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Con la extensión de los blogs y de las páginas web personales ya no anunciamos nuestros planes. Se supone que los amigos se enterarán de nuestros deseos si los escribimos en la red. Damos por supuesto que todos conocen nuestras inquietudes. Vivimos para alimentar el blog. Sufrimos, viajamos, hacemos fotos, nos amamos... para tener qué decir en la red. Nos inventamos enfermedades y adicciones. Nos sorprendemos cuando alguien no conoce nuestras opiniones respecto a un tema. «Lo conté el otro día en mi blog». Como si todo el mundo tuviera la obligación de saber tenemos un blog y el deber de acudir a él varias veces al día...

Nuestro ánimo depende de los números que nos devuelve el contador instalado en la página…

28 diciembre 2010

Inocentadas

Hace poco, cuando era niño, una de las tradiciones del día de los inocentes era estar atento a las noticias de la tele y revisar la prensa para localizar la inocentada. Hoy he madrugado para cumplir con esta costumbre, pero no acierto a descubrir el titular-trampa:
Comienzan a desmontarse los carriles del tranvía en Goya para reparar el túnel ferroviario
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El recibo de la luz subirá un 9,8% en enero
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Ronaldo cierra la fábrica
El astro brasileño frena su descendencia sometiéndose a una vasectomía
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Los empresarios plantean que se embargue a los controladores
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Sobreseída la causa abierta contra Fabra por 4 delitos fiscales

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2011, 2011, 2011, 2011... Me acostumbraré a escribir tu nombre

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Tengo, al menos, cinco proyectos homéricos -que dirían en Un hombre tranquilo-

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Pepe Melero me dice que soy un palabrero. Y me hace feliz cada vez que me lo dice:
«Y Javier, que es un “palabrero”, como lo es Víctor, le llega a decir a Marta que Valéry escribió aquellos versos de París de los que hemos hablado “pensando en ti y en mí”. Sólo a un romántico embaucador y “palabrero” se le ocurre escribir tal desatino. Y se dicen cosas como ésta: “Te haría sitio en mi vida escarbando con las uñas en las paredes de mi corazón”».

[fragmento de la presentación de Marta, por Pepe Melero]

26 diciembre 2010

Sin planes ni programas

Ayer compré cuatro entradas para Los miserables, el musical que se representa en Madrid. Me gustó tanto cuando lo vimos en París, hace ya veinte años, que quería que Blanca y Guillermo -durante aquel puente de san Valero del año noventa aún vagaban por las almendreras celestiales- escucharan en directo las canciones.

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Historias de amor. Estoy leyendo Elisa y Marcela. Más allá de los hombres, la historia de amor de dos maestras gallegas que se casaron en 1901, un libro de Narciso de Gabriel en donde demuestra cómo nos ha molestado siempre la felicidad de los otros. La felicidad convierte a quien la disfruta en loco, endemoniado, amoral, pervertido...

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Víctor Juan: «Escucharé todas las ofertas que me lleguen en el mercado de invierno».

24 diciembre 2010

Por escribir sus nombres


Mi hermanico Víctor Pardo y sus amigos seleccionaron esta pieza para la exposición Tierra y Libertad. Cien años de anarquismo en España. Yo he tomado del catálogo esta fotografía de Paco Ponzán y me la he regalado a mí mismo por navidad. Este es el joven que enamoró a Palmira Plá. Al mirar esta fotografía entiendo que doña Palmira dijera: «Cuando se es joven la piel responde. Y cuando Ponzán estaba cerca de mí, mi piel respondía».

22 diciembre 2010

Ave María Purísima...

-Padre, me acuso de que he vuelto a hacerlo.

-Hijo, dios comprende nuestras debilidades. ¿Qué ha sido esta vez?

-He vuelto a escribir...

-Es más grave de lo que suponía...

20 diciembre 2010

Víctor Juan en WikiLeaks (2)

«Todos los datos apuntan que este tipo guarda un secreto: A veces es feliz, sin ser de Barça»

11 diciembre 2010

Víctor Juan en WikiLeaks

Les ofrecemos algunas de las polémicas informaciones que se han filtrado en los últimos días sobre Víctor Juan

«Un tipo difícil de acompañar»

«Los sueños no le dejan dormir»

«Es peligroso. No quiere nada...»

Entre otras cosas también se dice de Víctor Juan que es el último de los amigos de Pepe Melero y que guarda una carpeta con documentos esenciales de los últimos 100 años.

No se descarta que próximamente se revelen nuevos datos

06 diciembre 2010

Día de la Constitución

Ayer estuve en casa de unos amigos. Ellos son adventistas. Yo no. El curso próximo su hijo empieza la escuela y están pensando matricularlo en una escuela para adventistas. Afortunadamente en nuestras escuelas públicas caben todas las creencias, cualquier religión o ninguna. En nuestras escuelas públicas -pese a lo que digan los obispos, los pastores, los imanes o los rabinos- no se explica nada que vaya en contra de las creencias religiosas. La religión es, como tantas cosas, una cuestión íntima, personal, familiar. Y hoy parece un día particularmente apropiado para recordarlo.

Algunos cuando hablan de valores están pensando en la cotización en bolsa de sus empresas educativas, en los intereses financieros que produce especular en los negocios relacionados con la vida eterna.

18 noviembre 2010

Proyectos

Encontrar la historia que se esconde en cada historia. Acariciar durante meses las ideas. Que los sueños no me dejen dormir. Reunir la ilusión y la pasión necesarias para hacer realidad lo que nos hemos atrevido a soñar primero. Aceptar que solo cuenta lo que tengo ante mí, que todo forma -inútilmente- parte de mi pasado.

08 noviembre 2010

Herminio Barreiro

El sábado pasado murió Hermino Barreiro, profesor de la Universidad de Santiago de Compostela, un intelectual que estuvo siempre donde le pedía su conciencia ética, que fue coherente con su manera de mirar el mundo y de entender la vida.

Admiré y quise a Herminio por el cariño que le tenían Luis y Loli, mis amigos gallegos. En 2008 Herminio publicó sus memorias: Recordar doe. Lembranzas escolares e universitarias (1940-1965). Tu recuerdo, querido Herminio, no nos dolerá nunca porque conocerte ha sido un regalo.

Herminio Barreiro firmó una hermosa reseña de Mi diario, de María Sánchez Arbós. Hoy quiero copiarla aquí:

María Sánchez Arbós

Mi diario

Herminio Barreiro
Universidad de Santiago de Compostela
Sarmiento. Anuario Galego de Historia da educación, 5, 2001,


… Estos días azules y este sol de la infancia… Así escribía un día en un pequeño y viejo cuaderno de bolsillo Antonio Machado, evocando su infancia sevillana. Y lo hacía en Collioure, nada más pasar la frontera catalanofrancesa, en el exilio de 1939, después del gran cataclismo, tras el gran desastre…

Y así me suenan a mí las páginas vocacionales, entrañables y temblorosas del amoroso Diario de María Sánchez Arbós, maestra de maestras en el Madrid azul y velazqueño de principios de siglo, en el Madrid luminoso y esplendente de los años republicanos e incluso en el Madrid ruidoso y fascista de posguerra. Porque la experiencia honda, trasparente y cargada de futuro de 1931 a 1936 se quedó en el cielo de la vida nueva de los pueblos de España, brillando como una estrella inmarchitable y eternamente refulgente. Y allí sigue esperándonos junto a la bandera tricolor republicana, intensamente roja, levemente amarilla, morada y sufrida como nuestras penas…

He aquí un gran libro de pedagogía. He aquí a una maestra auténtica en acción. Reflexiones morales, enteras y verdaderas, capaces de cruzar todos los mares del éxito y de la derrota, los momentos mejores y los peores tiempos. Meditación hondísima y crudamente realista. Una manera auténtica y tenaz, una manera misionera y popular de vivir aquella gran experiencia del Madrid transparente, del Madrid goyesco, del Madrid resistente, tan distinto, ay, del que vendría después y del que se lamentarían tantos (pensamos en el Madrid que pudo ser –la España que pudo ser-, como escribía recientemente Carmen de Zulueta).

He aquí, pues, un trabajo delicado de un grupo de compañeros y compañeras de la Universidad de Zaragoza. ¡Y qué hermoso el título de la colección: "Aragón en el aula"! La mejor invitación a la lectura atenta y al trabajo educativo.

Recuerdo que en el Madrid de los últimos cincuenta todavía se podía sentir el hálito de la República reciente y de la guerra… Por ejemplo, allí mismo, en Cuatro Caminos, donde tienen lugar algunas de las vivencias más intensamente sentidas por María Sánchez Arbós… Aún era posible entonces, en aquellos sombríos cincuenta, revivir los afanes y las emociones del Cuatro Caminos popular, los "vivas" a la República y el ruido de los aviones fascistas bombardeando al pueblo… Los que todavía pudimos percibir el fulgor de aquella estela de sangre y fuego, viviremos ya para siempre con una sombra en la mirada y un peso inexplicable en el corazón.

01 noviembre 2010

Las 40 principales

Entre las 40 principales coplas seleccionadas por José Luis Melero en su «Pequeña antología de coplas aragonesas y algunas reflexiones previas» (Prames, 2005) yo me quedo con esta:

Más valen las alpargatas

de un humilde jornalero

que las doradas carrozas

de los nobles tiranuelos

(Jota de las alpargatas. Cantada por el “Royo del Rabal” a Julián Gayarre en la plaza de Ariño el 18 de octubre de 1883. Recogida por Francisco Oliván Bayle)

30 octubre 2010

Eloy Fernández Clemente

Hoy estaré en Andorra, en el homenaje a Eloy Fernández Clemente. Pronto hará veinte años que le conozco. Quedé con él en su despacho de la Facultad de Empresariales para hablar de Santiago Hernández Ruiz. Los dos teníamos prisa, pero nos olvidamos de todo y se nos hizo de noche conversando sobre maestros, sobre escuelas, sobre Aragón y sobre la vida. Cuando algunas veces me alcanzaba la tristeza como ahora mismo mi roza algunos días yo pensaba que tenía a Eloy. Eso me bastaba.

Eloy es una de la personas más importantes en mi vida. Nunca trabajaré lo suficiente por nuestro país para devolverle una parte del cariño y de la fe que puso en mí y en mi trabajo. Por eso esta tarde seré feliz cuando sus amigos y sus conciudadanos reconozcan algunos de sus méritos.

27 octubre 2010

Monólogos

El alcalde de Valladolid es un patán. Esta no será la noticia del año. Me dirán que el mundo está lleno de patanes y que eso no tiene remedio. Quizá lo mejor sea no darles publicidad a estos caballeretes españoles -españoletes- como tampoco hemos de concederles ni un minuto de atención a los patanes que ríen -aunque sea en privado- las gracias de patanes como el alcalde de Valladolid.

La política española se ha convertido en una suerte de club de la comedia en donde tipos como el alcalde de Valladolid o portavoces de la conferencia episcopal recitan sus soeces monólogos.

16 octubre 2010

Pronto solo me gustará

Pronto solo me gustará cocinar y hacer libros y beber güisqui de malta y que amanezca y montar a caballo y oírte reír y que el Zaragoza gane y que a veces me llames. Enseguida solo me gustarán tus besos y el olor de tu pelo y desnudarte y mirarte mientras duermes. Solo me gustará el primer café de la mañana y leer tus libros y repasar fotos de aquellas tardes en las que no era difícil creer que la felicidad existía.

15 octubre 2010

Aún no lo sé explicar.

Hasta el sábado pasado pensaba que bastaba con soñar. A mí los sueños apenas me dejan dormir. A Montse le gusta esta frase. Pero no basta con soñar. Cuando lo sepa explicar, se lo contaré a Montse. Pero aún sin poder contarlo con un poco de orden, sé que es necesario reunir el coraje, la ilusión y la pasión necesarios, imprescindibles para hacer los sueños realidad.

Carmen, Elena, Munia y Merche están preparando el tercer número de la colección Encartes del Museo Pedagógico de Aragón. Se presentará junto al 3 de Aragón Educa. Revista del Museo Pedagógico de Aragón a finales del marzo de 2011. Habrá quien piense que el encarte se lo han inventado la semana anterior a la presentación. Ya saben que «hay gente pa to». Lo cierto es que ya trabajan en este proyecto: el cartón, los papeles, las cintas, la tipografía, el ferrotipo...

12 octubre 2010

Voluntades anticipadas

Ahora que aún soy plenamente consciente de lo que quiero y de lo que nunca he de querer quiero dejar firmemente establecido que nunca me arrepentiré -digan lo que digan-, de haberte querido tanto, que jamás me haré del Madrid -aunque mi confesor asegure que en el último suspiro vi la luz y tarareé el hala Madrid-, que me ha gustado vivir y que no quiero ni una lágrima ni una flor en mi entierro.

Que me cubra la tierra, la misma tierra que se ha mezclado tantas veces con mi sangre. No tiren mis cenizas por ninguna parte. El cierzo podría arrastrarlas más allá del puesto fronterizo de Ariza.

José Luis Melero es mi necrólogo oficial. Desde ahora mismo desautorizo todas las paridas que escriban otros sobre mí porque la experiencia me demuestra que habrá quien diga que en vida fui un apasionado de esto o de lo otro o que amé profundamente tales o cuales cosas. No hagan caso. Melero es mi único aponderador. Lo que él diga bien dicho estará.

03 octubre 2010

Madrugo

He de encontrar dos títulos para dos publicaciones del Museo Pedagógico de Aragón y he de escribir un colofón.

A Marta Navarro le han suprimido su cuenta en facebook.

Suena «La albada» en La Romareda y me pongo en pie para escuchar esta canción que me devuelve la sonrisa de Labordeta. Pienso en Pepe Melero y en lo largas que son siempre las ausencias. Mi vecino de localidad me pregunta cuánto puede valer el Zaragoza. Quizá sea un jeque árabe. Quizá sea del PP. En La Romareda todos somos exclusivamente zaragocistas. Miro a Guillermo y miro a la media docena de niños que se sientan cerca de nosotros. Hay que ganar, hostia. Al final no sabemos a qué carta quedarnos. Hemos remontado dos goles, pero no hemos ganado. Que vuelva Antonio Longás. En enero hay que traer a Longás. Y a Goni, claro.

Voy a ponerles nombre a algunos rincones de mi casa. Encargaré unas placas de cerámica de Muel. Tengo una necesidad perpetua de enredar con las cosas, de hacer cosas inútiles.

He comprado billetes para ir a Sevilla. Hablaré en la Facultad de Educación sobre el Museo Pedagógico de Aragón. Iré y vendré en el día. Parece una cosa de locos. En realidad es cosa del AVE.

Cerebro de manzana. Trasteo con el ipad. Cada día me gusta más. Un tipo que tiene ipad tiene que hacerse con un iphone. Es mi destino. Enredar permanentemente con la vida.

Prepararé una fideua para comer.

Cada día me gusta más la colección Encartes del Museo Pedagógico de Aragón. Ya estamos trabajando en el número 3. No sé parecerá nada a los anteriores. Tendremos que hacer 24000 agujeros en el cartón. Es cierto. También necesitaremos 7000 metros de cinta. Pero quedará muy bonito.

En el 2 de Aragón Educa. Revista del Museo Pedagógico de Aragón se han hecho ya 1010 descargas. Las del número 1 son tantas que da pereza contarlas.

25 agosto 2010

Aviso para maestras y profesoras que empiezan a trabajar este curso

Pocos de ustedes lo recordarán, pero hace unos pocos años Radio Nacional de España era la única emisora autorizada para dar noticias, unos boletines informativos que mi abuelo llamaba, con razón, «el parte». No teníamos teléfonos móviles -ni teléfonos, que en algunas zonas había que esperar algunos años hasta que Telefónica encontraba un rato para instalar una línea-. Yo escuchaba atentamente los avisos que cada hora se daban por Radio Nacional: «Este es un mensaje para Pedro Rodríguez que circula por alguna carretera de Castilla la Vieja: póngase en contacto con su hermana por asunto familiar grave». Y me quedaba intrigado por la apasionante vida del señor Rodríguez, un tipo que surcaba las españas y que tenía asuntos familiares que no podía desatender...

Yo quisiera localizar a maestros y profesores que empiezan a trabajar este curso, a personas que por primera vez traspasarán las puertas de un aula inaugurando la condición de maestros, maestras, profesoras o profesores. Tengo una oferta para ellos que no podrán rechazar.

Si conocen a alguien que cumpla estas condiciones, por favor, escríbanme

22 agosto 2010

Problemas de foco

Tengo cuarenta y seis años, los mismos que acababa de cumplir Ramón Acín cuando solicitó por última vez una pensión a la Junta para Ampliación de Estudios para estudiar en París los modernos procedimientos de la enseñanza del Dibujo. A veces me sorprende el color del amanecer o el olor del mundo cuando mis vecinos cortan el alfalce. Siento cómo crecen Blanca y Guillermo mientras construyen su personalidad, su idea de lo bueno y me digo que me gusta vivir.

Como siempre se paga un precio, después de mirar el mundo durante cuarenta y seis años tengo problemas de acomodación. Mis ojos ya no reaccionan como antes frente a los cambios. Me cuesta mirar de cerca -y de lejos- y estoy unos segundos ciego cuando paso de la luz a la oscuridad. Pero no me quejo. Todo lo doy por bueno: la ilusión, los sueños, los proyectos, el dolor, las decepciones, la risa y el llanto, los silencios, la vista cansada... A pesar de mis problemas de foco me gusta vivir y procuro buscar la distancia justa para mirar el mundo, para entenderlo y entenderme.

Y tengo la ilusión intacta: el mismo deseo de desnudarte y las mismas ganas de que sea, cada día, mañana.

16 agosto 2010

Relaciones personales

El viernes estuve a punto de volver a mis orígenes al comprar un portátil de Mac. Lo tuve en las manos, leí una y otra vez sus características técnicas y al final lo dejé estar. Compre un VAIO que traía incorporado el Windows 7. Cambiar de sistema operativo es como cambiar de país o de pareja: nuevos paisajes, músicas, palabras, nuevas necesidades... Lo que ha funcionado antes no funciona ahora, incompatibilidad de lenguajes -y de caracteres-.

El primer día estuve trasteando con el aparato hasta las cuatro de la mañana. Con paciencia y temple para la negociación conseguí incluirlo en el mismo grupo de trabajo del resto de los ordenadores de casa, a pesar de que trabajan con sistemas operativos distintos. Lo dejamos todo más o menos claro, salvo el caso de la HP Laset jet 1010 que tan buenos servicios me ha prestado. El nuevo aparato, en un gesto que sólo puede interpretarse como pura soberbia electrónica, se negaba a reconocerla, a darle un nombre, a hacerle un sitio en sus updates.

Estuve taciturno todo el sábado, melancólico de una melancolía que nace del recuerdo de otros sábados, de los proyectos agostados (agostizados, quizá), esperando noticias de Niza, esperando noticias en general. Hablé un rato con Pepe Melero y enseguida se disipó esta tristeza húmeda de ceros y unos.

Pasé el día de la virgen buscando aquí y allá respuesta a mis problemas, dándome de hostias con el antivirus -los antivirus siempre quieren hacer la guerra por su cuenta- y después de cenar, al filo de la medianoche, el capullo de SONY, el tipo de la carcasa reluciente, se avino a razones e instaló la impresora. Me he guardado de recuerdo la página de prueba que la HP imprimió con sus códigos incomprensibles, con el nombre de los drivers, con la ruta de impresión.... Al fin y al cabo es como nuestra particular representación de «La rendición de Breda».

Después de tanta actividad, de esta suma de inquietudes y zozobras no es raro, pues, que me sienta como El capitán de su calle de Joaquín Sabina.

12 agosto 2010

«Usted y yo lo pasaríamos bien: nos gusta vivir»

Ayer por la tarde leí Regular, gracias a dios de José Antonio Labordeta, un libro escrito por un hombre a quien le gusta estar con sus nietas, pasear por el Pirineo, mirar el mar, cenar con sus amigos en casa Emilio, escribir, escuchar la radio, reírse de sí mismo, leer, cantar, veranear con Juana en su casa de Altafulla.
A Labordeta le quiere mucho la gente.
En Regular, gracias a dios Labordeta recuerda su infancia, a sus padres y a sus hermanos, a sus hijas, a sus compañeros del Central, a otros cantautores. Los recuerdos le devuelven la imagen de una Zaragoza que él ama como pocos de nosotros. En este libro Labordeta repasa su vida de militancias radicales: la amistad, el compromiso con la gente a la que hizo suya, la palabra.
Regular, gracias a dios es un libro tierno, conmovedor. Un canto a la vida. Se han pasado cuatro años desde que le hablaron del PSA y le diagnosticaron un cáncer de próstata. Recibe cada día las visitas y el cariño perpetuo de sus amigos. Recorre veinte veces cada mañana el pasillo de su casa para decirse a sí mismo que está vivo.
A José Antonio Labordeta le gusta vivir, tal y como descubrió enseguida María Laura, la propietaria del Hotel San Martín de Altafulla.

18 julio 2010

El refugio de un pájaro musical en jaula dorada

Un día hicimos la caja de música de Ramón Acín. Preparando el texto «Las pajaritas de Ramón Acín» encontré un artículo de Sol Acín publicado el 5 de noviembre de 1988 en El Día de Aragón en el que hacía referencia a la caja de música de Ramón Acín. Hasta ahora esta caja sólo existía en el recuerdo de José Manuel Ontañón, el niño que acompañaba a su madre, María Sánchez Arbós en sus visitas a casa de Acín en la calle Las Cortes. Ahora sabemos que Sol también recordaba aquella caja de música de su infancia en la que sonaba «La última rosa del verano». Es muy difícil de explicar cómo me ha hecho feliz este artículo de Sol Acín. Es imposible entender por qué me alimento de cosas como esta.

«Por uno u otro lado se llegaba al salón isabelino de cortinajes rojos, en parte exponente de una lejana fortuna familiar, pero también refugio de un pájaro musical en jaula dorada, instrumentos de música, mesitas filipinas y el piano de mi madre».

16 julio 2010

Las pajaritas de Ramón Acín

Una de las cosas más hermosas que me ha permitido hacer el Museo Pedagógico de Aragón es contarles a los niños de todas las edades quién fue Ramón Acín. Estas son las cinco ideas que los escolares se llevan del museo.

UNO
Ramón Acín tenía un perro que se llamaba Tobi. Un perro negro, rabón, famoso en la ciudad –decía Acín– como lo son los tontos de capirote. El Tobi era alegre. Solo se entristecía cuando le ponían el bozal, tal y como establecían las ordenanzas del ayuntamiento. Un día, Ramón Acín, no queriendo ver triste a su perro, cogió un bote de pintura marrón y un pincel y le pintó al Tobi un bozal. Los laceros municipales dejaban en paz al perro y el Tobi correteaba libre por las calles cuando salía de paseo con Acín.

DOS
Acín era un hombre bueno que ingresó por voluntad propia en la Orden de los predicadores en el desierto. Por eso se preocupaba de detalles que no preocupaban a casi nadie. Ramón Acín, pudiendo estar del lado de los poderosos se comprometió con los humildes y denunció la injusticia sin desmayo y sin importarle las consecuencias que sus palabras tendrían.

TRES
Ramón Acín se casó con Conchita Monrás, quien fue para siempre y para todo su cómplice y su compañera. Me gusta recordarla sentada al piano o conversando con escritores, pintores y artesanos o jugando con sus hijas. Me conmueve recordar el texto en el que Sol Acín nos cuenta que Katia, Marianito Añoto y ella misma salían de paseo con Conchita:
«algunas tardes, las más de las veces tardes de invierno, tardes frías en que nuestro padre se había ausentado de casa, nuestra madre nos decía: ¿Vamos a la Alameda? Subiremos también a las Mártires.
Cuando iniciábamos el paseo, el sol, que en principio era amarillo invernal, poco a poco se tornaba turbio y frío.
La niebla surgía por el cauce del Isuela a borbotones, envolviéndonos con su gélido vapor, y pronto nuestros alientos empezaban a condensarse con fuerza.
"A ver quién me coge", decía de pronto, y emprendía veloz carrera. Muchas de las veces, para cogerla, teníamos que cercarla. Su velocidad era asombrosa. Era joven, sana y fuerte».

CUATRO
Ramón Acín y Conchita tuvieron dos hijas, Katia y Sol, dos niñas a las que amaron tanto como cualquiera de nosotros quiere a sus hijos. Ramón Acín inventaba para ellas historias en el teatrillo de cartón. Y sabemos que algunas mañanas, cuando todos aún dormían, Sol entraba en la habitación de sus padres y a pesar de los severos rostros de los Comuneros de Castilla, unos hombres barbudos que la miraban fijamente desde un cuadro colgado en la pared y de las estrellas de la guerrera que brillaban en el retrato del capitán Fermín Galán, ella se acercaba al oído de su padre y le cantaba, a boninico, como decimos en Aragón, María de la O hasta que Ramón Acín dejaba de fingir que dormía y la abrazaba.


CINCO

Ramón Acín hizo las pajaritas del parque.
La infancia es nuestra auténtica patria. Los niños necesitan disponer de un territorio en el que se deposite la memoria de lo que son y de lo que han sido, un paisaje para recordar la luz, los aromas, los descubrimientos y a las personas que les acompañaron. Las pajaritas, Las pajaritas de Ramón Acín, se han convertido en un referente de la infancia de miles de niños, como recordaba Antonio Saura al pensar en su niñez en Huesca.
Las pajaritas de Ramón Acín son un símbolo compartido que nos identifica. Y este espacio que hoy se presenta renovado y hermoseado es un elemento que hace ciudad porque despierta el sentimiento ciudadano.
Atravieso este parque diariamente para ir a la antigua escuela de magisterio o a la sede del Museo Pedagógico de Aragón. He aprendido a conocer este oasis de árboles y pájaros, de silencios, de paseos y de fuentes que cambia en distintos momentos del día.
Algunas mañanas me detengo en este espacio dedicado a Las pajaritas diseñadas por Ramón Acín, un monumento que sobrevivió a la Guerra Civil y a los cuarenta años de dictadura del general Franco y me parece que estas pajaritas son, en realidad, dos pequeños caballos de Troya. Sólo bajo esta apariencia inocente pudieron sobrevivir a la destrucción de los símbolos y de las ideas. Las pajaritas han guardado celosamente el legado de Acín como el caballo de madera ocultaba el sueño de los griegos de tomar Troya. Ahora las pajaritas son un símbolo de la ciudad tolerante, abierta y universal.
Me gusta contemplar estas dos pajaritas blancas que se miran la una a la otra y que parecen sostener un diálogo permanente.
Los estudiantes se sorprenden cuando les invito a dejar las aulas de la Facultad para salir al parque. Y les cuento aquí, junto a Las pajaritas, la historia de Ramón Acín. Quiero que sepan que paseamos y soñamos por los mismos lugares donde Ramón Acín soñó y paseó y que damos las clases en las mismas aulas en las que revolotearon, como mariposas encendidas de amor y de compromiso, las palabras de ese hombre bueno.
Hoy sé que Ramón Acín, desde el paraíso laico donde vive para siempre, sonreirá al vernos aquí reunidos para recordarle, para celebrar que el ayuntamiento de Huesca ha cuidado y renovado este espacio para todos nosotros.

Huesca, 16 de julio de 2010

08 julio 2010

Banderitas rojigualdas

Las televisiones muestran estos días a personas envueltas en banderitas rojigualdas, con las caras pintadas del color de la bandera, ataviados con la camiseta de la selección española. Algunos llevan tricornios para proteger sus craneos, otros se han puesto sobre la elástica de su jugador preferido parte del atuendo de los toreros. No es infrecuente que en las banderas hayan dibujado toros. Algunos de estos seres humanos, cuando les enfoca la cámara de televisión canturrean «soy español, español, español» o, lo que es más hiriente, gritan «Arriba España».

Si esta selección de fútbol de las españas gana el mundial nos esperan tiempos de nacionalismo españolista que no se concretará, casi seguro, en el patriotismo del que escribía Santiago Ramón y Cajal, es decir, en amor por la tierra, por las personas que tenemos más cerca, en irrefrenables ganas de trabajar para sacar un país adelante. No. Seguro que no. Padeceremos una pandemia de banderón y folclore garbancero.

21 junio 2010

Miguel Mena y «Marta»

Ayer estuve en «A vivir Aragón», el programa de Miguel Mena en Radio Zaragoza / Cadena Ser para hablar de Marta. Lo paso muy bien cuando voy al programa de Miguel Mena, pero ayer fui particularmente feliz porque había preparado para mí varias sorpresas. Primero seleccionó dos fragmentos de la novela y le pidió a Juanjo Hernández que los leyera con esa voz suya de rapsoda clásico. Luego puso una canción de Sandro Giacobbe, una canción que posiblemente escucharan Marta Santos y Javier Vidal, los protagonistas de Marta. Finalmente llamó en directo a Elena García, la farmacéutica de Ansó porque Marta regentó durante quince años esa farmacia.

Gracias, Miguel. Muchas gracias.

Audio de la entrevista

20 junio 2010

Presentación de Marta, mi nueva novela


El jueves, 24 de junio a las 20 h., en la librería Los portadores de sueños (Jerónimo Blancas, 4, Zaragoza) presentaremos Marta (Eclipsados). Me acompañará mi amigo José Luis Melero. Están ustedes invitados.

18 junio 2010

Del 11-S hasta hoy

Guillermo termina hoy la escuela. Estrenó su condición de alumno el 11-S.

Cuando llevaba quince días en la escuela me abrazo como me abraza cada vez que nos cruzamos en el pasillo, me miró muy serio y me dijo:

-No me lleves más a la escuela que ya he aprendido todo lo que enseñan. Llévame a casa de la yaya y tú te vas a trabajar a Huesca.

22 mayo 2010

¿Y si...?

¿Y si todo hubiera sido un sueño?

¿Y si te gustara hacerlo?

¿Y si ya no te quisiera?

¿Y si tuviera algo que decirte?

¿Y si coincidiéramos?

¿Y si un día me miraras?

¿Y si te besara?

¿Y si fueras capaz de entenderlo todo?

¿Y si el mundo solo pudiera transformarse con palabras?

¿Y si creyera en ti?

¿Y si hubieras esperado un minuto más?

¿Y si hubiera podido hablar contigo?


Nada. Al final, nada.

No pierdan el tiempo en conjeturas. La vida eterna es siempre más corta de lo que al principio parece.

18 mayo 2010

Efecto Bailey

Hoy, 18 de mayo de 2010, se cumplen cuatro años desde que se inauguró el Museo Pedagógico de Aragón. Siempre he tenido la tentación de imaginar qué hubiera sido de nosotros si determinadas cosas no hubieran ocurrido. Esta es la estrategia que Clarence, el ángel de segunda que aún tenía que conquistar sus alas, utilizó con George Bailey en Qué bello es vivir.

¿Qué hubiera pasado si no se hubiera publicado el decreto de creación del Museo?

Realmente nada importante. Hay tan pocas cosas realmente importantes que, si se piensa, casi todo es prescindible. Pero de todos modos, aplicaremos el efecto Bailey y supondremos que el Museo Pedagógico de Aragón no ha existido. Si así fuera, no se hubiera hecho una edición facsímil de El libro de los escolares de Plasencia de Monte y las revistas freinetinas que compusieron letra a letra los niños de la escuela nº 1 de Barbastro, regentada por José Bonet Sarasa, continuarían en el olvido. No se hubiera recuperado el libro de Casilda Manzana ni el de José Osés Larumbe. Menos personas hubieran pronunciado los nombres de Máxima Oliver Royo, Palmira Plá, Paco Ponzán o Pedro Arnal Cavero. No sabemos dónde hubieran terminado los libros del maestro Lorenzo Latapia Arilla ni donde se guardaría la imprenta del Grupo Escolar «Valentín Zabala». Nadie conocería las memorias de Valero Almudévar ni Pepe Melero y yo hubiéramos tenido la oportunidad de escribir una introducción para este libro. No se hubieran fabricado más de 1500 recortables para muñecas de Ramón Acín -ni hubiéramos contado a más de 1500 personas la historia de este hombre bueno-. No se hubiera presentado Aragón Educa. Revista del Museo Pedagógico de Aragón, ni yo hubiera tenido ocasión de trabajar con Víctor Gomollón, el grande. Si el Museo Pedagógico de Aragón no hubiera abierto sus puertas, el artesano Óscar Sánchez no hubiera hecho una reproducción exacta de la mesa de dibujo que diseñó Ramón Acín ni las 50000 personas que han pasado por la exposición permanente la hubieran podido visitar.

Y, sobre todo, si el Museo Pedagógico de Aragón no existiera, yo no te hubiera conocido.

17 mayo 2010

Agendas

Pronto cumpliré cuarenta y seis años que son -como todo en esta vida- muchos y pocos, según quiera mirarse. Cuarenta y seis vueltas de tuerca. Si llevara agendas, me gustaría conservar las cuarenta y seis agendas de estos años de la misma manera que tengo una lista de los 1752 gilipollas que he conocido, aunque como no la actualizo, esta lista sólo tiene un valor sentimental y ninguna utilidad práctica.

Si yo fuera un tipo de esos que llevan agendas tendría la certeza, por ejemplo, de que el 16 de mayo de 1969 fui con mi abuela Pilar a «La Balsa» a cortar rosas blancas de aquel rosal que trepaba por la pared de la casa porque doña Julia nos había dicho que mayo era el mes de las flores y el mes de la virgen. Para mí fue un anuncio sorprendente en una época en la que todo me cogía por sorpresa. «El mes de las flores y el mes de la virgen... Hay que joderse -debí pensar, aunque expresaría este pensamiento con las palabras de entonces-».

Si tuviera mis agendas de estos cuarenta y seis años le hubiera encargado a Óscar Sánchez un armario de madera de sabina para conservar todas las agendas juntas y ahora las podría extender sobre la alfombra del salón, formaría una rueda de la fortuna, lanzaría unos dados o pensaría un número al azar y contaría las agendas que tendrían, seguro, tapas rojas y negras, abriría la agenda de 1979. Y allí leería:

«16 de mayo. El último sol del día nacía de su pelo. Sólo podía oír su risa sobre el estrépito de los gorriones»

«Algo me está pasando por primera vez»

«No he querido cenar»


Lo de la cena se lo debo, como tantas cosas, a las películas que envenenaron mi infancia.

Pero eso tampoco lo sabía entonces

10 mayo 2010

Gol de Nayim



El sábado Guillermo se hizo esta fotografía con Nayim.
Le recordé al segundo entrenador del Zaragoza que hoy se cumplían 15 años del gol de Nayim. Él miró a Guillermo y le dijo:

-Maño, tú no eras ni siguiera un proyecto.

Y en esa expresión queda demostrado que Mohamed Alí Amar Nayim, el grande, el que en buena hora nació, es uno de los nuestros.

07 mayo 2010

novelas

Se habían pasado treinta años desde que la besó por última vez. No la había vuelto a ver desde entonces.
–¿Qué tal? –le preguntó ella.
He publicado una novela.
Le sorprendió su confesión. Haber publicado una novela no le convertía en alguien distinto del resto de la humanidad. Se sintió estúpido. Escribir una novela no resumía lo que había sido su vida, aunque nada tenía el mismo sentido que antes de probar el veneno de la ficción. Escribir una novela le había convertido en un cazador de historias. Vivía acechando secretos, detalles insignificantes que pudieran esconder un cuento. Escribir no le había hecho mejor ni, desde luego, más feliz. Escribir le había condenado a un estado de insatisfacción permanente. Había perdido las seguridades que había conquistado en otros ámbitos de su vida. La tristeza era un territorio por el que transitaba con más frecuencia que nunca. Al aventurarse a escribir había cometido uno de los errores más graves de su vida. Ya nada sería igual, nada podía ser como antes.
 
[Como todo es susceptible de empeorar, tal y como sostenían los clásicos, dentro de unas semanas presentaré mi segunda novela, una novela que me ha hecho muy feliz]

03 mayo 2010

«Que mis amigos hablen poco o nada de mí»

Empezar de nuevo. Hacía una copia de seguridad de lo mejor de sí mismo y se formateaba cada 30 segundos.

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Esta semana entrará en imprenta el número 2 de la colección Encartes del Museo Pedagógico de Aragón, el encarte que distribuiremos en septiembre con el segundo número de Aragón Educa. Revista del Museo Pedagógico de Aragón

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Transformar el mundo con palabras. La imprenta Freinet en Aragón. El día internacional de los museos inauguraremos en el Museo Pedagógico de Aragón un espacio dedicado a la imprenta Freinet.

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Mi segunda novela. Antes de ser una novela, Marta fue un cuento de nueve mil cuatrocientas setenta y dos palabras que hice imprimir y encuadernar en diciembre de 2007 para celebrar el cumpleaños de mi amigo José Luis Melero. Creí que ese iba a ser el final de esta historia, pero Marta Santos y Javier Vidal, los personajes de esta novela ya estaban ahí, tenían una identidad y enseguida me pidieron más. Marta y Javier querían explicarse, contarse, amarse. Y yo les dejé crecer.

Dentro de unas semanas presentaremos Marta (Eclipsados, la editorial de Nacho Escuín)

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Madrugo para pensar en ti, para escribir tu nombre, para encontrar sentido a esta alocada sucesión de horas y de días. Madrugo para demostrarme que aún soy capaz de estar aquí sin hacer nada. Madrugo con la intención de poner cada cosa en su sitio de modo que cuando despiertes tus ojos no extrañen nada. Madrugo para celebrar que pudiendo estar muerto, aun estoy vivo.

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«Deseo también que mis amigos hablen poco o nada de mí, porque se crean ídolos cuando se ensalza a los hombres, lo que es un gran mal para el porvenir humano. Solamente los hechos, sean de quien sean, se han de estudiar, ensalzar o vituperar, alabándolos para que se imiten cuando parecen redundar en el bien común, o criticándolos para que no se repitan si se consideran nocivos al bienestar general».

Testamento de Francisco Ferrer i Guàrdia, 13 de octubre de 1909

15 abril 2010

El lado oscuro

¿A cuántos terahercios funciona mi cerebro? Hoy va a toda hostia, generando ideas sin parar, dando órdenes permanentemente a mis dedos para que escriban correos electrónicos o para que apunten en la carpeta «Sueños» proyectos nuevos... En días como hoy me asusto de mí mismo al pensar qué sería del mundo si este cerebro cruzara al lado oscuro y se pusiera al servicio del mal...

Las manos de Julia

«... Quisimos un país mejor. Hicimos un país mejor mientras pudimos. A pesar de que el horror se haya extendido tan deprisa, sé que la luz se impondrá a las tinieblas, que tanta sangre derramada y tanto sacrificio no serán inútiles. No pueden robarnos el pensamiento ni la palabra, ni nuestros deseos. Quisimos ser libres, pero no sólo quisimos la libertad para nosotros. Quisimos que fueran libres quienes nunca lo habían sido, quienes no tuvieron ni los sueños de la libertad. Quisimos que fueran libres quienes no soñaron nunca».

Víctor Juan, Las manos de Julia. Novela inédita

Fragmento de la carta que Francisco Beltrán dirigió a su amigo Luis Herrero el 25 de julio de 1936, unas horas antes de ser fusilado.

13 abril 2010

Empezar de nuevo

Un troyano ha pasado las vacaciones de semana santa en mi ordenador. Vivía el gusano emboscado en cualquier recodo del sistema operativo, camuflado entre códigos de windows, alimentándose quizá de mis sueños, de mis proyectos, de las palabras cariñosas que de vez en cuando me envían mis amigos. El bicho tenía una misión especial: dejar un puerto abierto para que la máquina se conectara a un chat y recibir desde allí maliciosas órdenes. Por eso los chicos del sicuz, siguiendo el protocolo recomendado para ataques como el que yo padecía, habían bloqueado la IP de mi ordenador.

Después varios días persiguiendo al gusano, peinando palmo a palmo -o como se peinen los discos duros- la memoria de mi ordenador, Alberto, el técnico informático de la facultad me ha dicho:

-Hay que formatear el disco duro, empezar de cero. Revisa los archivos porque se borrará todo. Avísame cuando estés preparado.

-No voy a revisar nada. Formatea ya. Siempre es un buen momento para empezar de nuevo.

26 marzo 2010

San Víctor Gomollón


Esta tarde presentaremos Aragón Educa. Revista del Museo Pedagógico de Aragón. Cuando recogí ejemplares en la imprenta supe que eran ciertos los rumores: hemos hecho una hermosísima revista. Hoy es el día de San Víctor Gomollón el diseñador, maquetador y tipógrafo de esta revista. Es muy fácil trabajar con un tipo así. Además él se acuesta tarde y yo me levanto muy pronto. A veces coincidimos lo justo para decirnos adiós y encargarnos tareas y deberes para el día. Víctor es generoso con su tiempo y su talento. También es extremadamente meticuloso con la tipografía. Hemos trabajado mucho en esta revista, tanto que a mí me duele desprenderme de cada ejemplar, pero hemos hecho Aragón Educa. Revista del Museo Pedagógico de Aragón para que se agote, para que pase de mano en mano en las salas de profesores, en los despachos de las asociaciones de padres, para que los maestros lean la revista sentados en la mesa del profesor, o en el autobús o en el tranvía. Hemos hecho esta revista para contar algunas de las cosas hermosas que están pasando en las escuelas aragonesas. Pero Aragón Educa. Revista del Museo Pedagógico de Aragón será una revista semestral. Si hubiéramos de contar todo lo valioso que está sucediendo en nuestro sistema educativo -el trabajo del profesorado, la colaboración de las familias, los logros del alumnado..- tendríamos que hacer un semanario. Quizá lo hagamos.

01 marzo 2010

Jaume Plensa y Katia Acín

En el documental de Jaume Plensa aprendí que Vicente Andrés Estellés escribió ·«La llarga nit». Y sé que este poeta que no ha sido parido para dormir es José Luis Melero. Para él copio aquí estos versos-

ASSUMIRÀS la veu d’un poble,
i serà la veu del teu poble,
i seràs, per a sempre, poble,
i patiràs, i esperaràs,
i aniràs sempre entre la pols,
et seguirà una polseguera.
I tindràs fam i tindràs set,
no podràs escriure els poemes
i callaràs tota la nit
mentre dormen les teues gents,
i tu sols estaràs despert,
i tu estaràs despert per tots.
No t’han parit per a dormir:
et pariren per a vetlar
en la llarga nit del teu poble.
Tu seràs la paraula viva,
la paraula viva i amarga.
Ja no existiran les paraules,
sinó l’home assumint la pena
del seu poble, i és un silenci.
Deixaràs de comptar les síl·labes,
de fer-te el nus de la corbata:
seràs un poble, caminant
entre una amarga polseguera,
vida amunt i nacions amunt,
una enaltida condició.
No tot serà, però, silenci.
Car diràs la paraula justa,
la diràs en el moment just.
No diràs la teua paraula
amb voluntat d’antologia,
car la diràs honestament,
iradament, sense pensar
en ninguna posteritat,
com no siga la del teu poble.
Potser et maten o potser
se’n riguen, potser et delaten;
tot això són banalitats.
Allò que val és la consciència
de no ser res si no s’és poble.
I tu, greument, has escollit.
Després del teu silenci estricte,
camines decididament.


Vicente Andrés Estellés, Burjasot, Valencia 4 de septiembre de 1924 — Valencia, 27 de marzo de 1993


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Ganar es maravilloso, pero lo importante es saber que podemos ganar

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Sábado, 27 de febrero

Vídeo de la inauguración de la exposición de Katia Acín en Huesca [Vía Fundación Ramón y Katia Acín]

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Pepe Cerdá fue quien primero me habló de Jaume Plensa. Como la vida es un gran cuento, hoy tomo del blog de Pepe Cerdá este documental sobre Plensa.


Imprescindibles: Jaume Plensa

24 febrero 2010

Ligero de equipaje

Desde hace tres años paso una hora en el coche con mi hijo. A las ocho dejamos a Blanca en el instituto y esperamos hasta que abren la escuela. Guillermo tiene en el asiento de atrás de la furgoneta su oficina: los álbumes de cromos de futbolistas, un par de atlas, los cuadernos en los que escribe sus cuentos, un Gerónimo Stilton, un estuche de urgencia con lo imprescindible...

Por no levantar sospechas he cambiado varias veces de ubicación durante estos tres cursos. Ahora aparco en la calle Crespo Agüero. Esta mañana había media docena de personas esperando que abrieran El Refugio para tomar un desayuno caliente. Un coche de policía se ha detenido delante del mío y dos agentes han empezado a pedirles la documentación:

Uno de los policías retransmitía los datos de aquellos hombres por un teléfono. El otro los cacheaba: los bolsillos del pantalón, la sobaquera, los bolsillos del abrigo. En una de estas inspecciones el policía ha palpado un objeto extraño. Llevado de mi visión cinematográfica de la vida he pensado que se trataría de un arma: una pistola con silenciador o un cuchillo. El policía se ha separado medio metro del hombre sospechoso y éste ha abierto su cazadora, ha introducido la mano en uno de los bolsillos y ha sacado un libro. Tenía razón el señor policía. Un libro es un objeto subversivo, potencialmente peligroso, amenazante para el poder. Un hombre que lee despierta desconfianza.

18 febrero 2010

La escuela y yo

Cuando en alguna ocasión me invitan a dar una charla y le encomiendan a alguien la tarea de presentarme me suele ocurrir que, si el presentador quiere ser cariñoso conmigo y añade algo más a mi condición de profesor y de director del Museo Pedagógico de Aragón, enseguida se me hace larga –por corta que sea– la enumeración de ocupaciones, libros y proyectos y siento que empezamos la charla muy mal porque quienes nos acompañan ya han empezado a aburrirse. A continuación pienso que lo importante nunca se dice. ¿Pero qué es lo importante para entender desde dónde hablamos, desde dónde escribimos? En mi caso, haciendo un apresurado resumen, podría decir que vivo en el sistema educativo. Tengo otras vidas, claro, pero eso ahora no viene a cuento. Vivo en el sistema educativo donde me instalé –me instalaron para ser más precisos– hace cuarenta y cuatro años. Yo no lo recuerdo, pero lo he oído contar muchas veces. Aún tenía que cumplir los dos años cuando doña Julia, la maestra que regentaba la escuela de la calle La Balsa, en Caspe, le dijo a mi madre:

–A este –sentenció señalándome con el dedo– le compras una bata y una silleta y me lo traes a la escuela, que bastante tienes con el pequeño y con el que está en camino.

Así empezó mi trayectoria en el sistema educativo, primero como alumno y luego como profesor en todos los niveles, desde la Educación Infantil a la Universidad. Por eso al pensar en mi relación con la escuela recuerdo una historia de Faemino y Cansado que empezaba en la habitación de un hospital. Cansado estaba apoyado en una cama con gesto indolente. Llevaba una bata blanca y colgaba de su cuello, como una estola, el fonendoscopio:

-Yo en este hospital –decía mirando al público– empecé de enfermo y ahora soy el jefe del servicio de trasplantes.

Algo similar me ha ocurrido a mí.

Hace poco era un niño que llenaba la cartera de periódicos porque debí entender que cuanto más pesa la cartera más importante es lo que se contiene en ella. Y ahora, cuando escribo estas líneas, hace ya 23 años que dicto dictados.

16 febrero 2010

Tenemos

Ya tenemos 20 textos en Más de cien razones.

El último nos lo ha enviado Manuela Beltrán, alumna de Educación de Personas Adultas de Morata de Jiloca, una escuela legendaria. Es un texto muy bonito


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Va a entrar en imprenta el número 17 de la colección Publicaciones del Museo Pedagógico de Aragón


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Ya tenemos un escándalo en el Museo Pedagógico de Aragón: el número 1 de la colección

Encartes del Museo Pedagógico de Aragón.

Es escandalosamente hermoso. Ya me dirán

01 enero 2010

2010

El mejor año de nuestra vida. Sé que 2010 va a ser el mejor año de nuestra vida porque lo mejor siempre lo tenemos delante de nosotros.

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Estoy desbravando este ordenador. Quise conservar el viejo teclado, el teclado en el que escribí proyectos, memorias, tres novelas, cuentos, miles de correos electrónicos, actualizaciones para la web... El teclado sobre el que he dormitado muchas noches de los últimos 12 años. Pero no ha podido ser. Algunas teclas se habían desgastado como los besos desgastan la columna.

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Ayer nos sirvieron el 130-131 de Rolde. Revista de Cultura Aragonesa.

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Víctor Gomollón, el grande, me envió la propuesta de portada para el primer número de Aragón Educa. Revista del Museo Pedagógico de Aragón.

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Se ha agotado la edición de Las mujeres de mañana de Casilda Manzana, el número 16 de la colección Publicaciones del Museo Pedagógico de Aragón