Hoy estaré en Andorra, en el homenaje a Eloy Fernández Clemente. Pronto hará veinte años que le conozco. Quedé con él en su despacho de la Facultad de Empresariales para hablar de Santiago Hernández Ruiz. Los dos teníamos prisa, pero nos olvidamos de todo y se nos hizo de noche conversando sobre maestros, sobre escuelas, sobre Aragón y sobre la vida. Cuando algunas veces me alcanzaba la tristeza como ahora mismo mi roza algunos días yo pensaba que tenía a Eloy. Eso me bastaba.
Eloy es una de la personas más importantes en mi vida. Nunca trabajaré lo suficiente por nuestro país para devolverle una parte del cariño y de la fe que puso en mí y en mi trabajo. Por eso esta tarde seré feliz cuando sus amigos y sus conciudadanos reconozcan algunos de sus méritos.
30 octubre 2010
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