Ayer por la tarde leí Regular, gracias a dios de José Antonio Labordeta, un libro escrito por un hombre a quien le gusta estar con sus nietas, pasear por el Pirineo, mirar el mar, cenar con sus amigos en casa Emilio, escribir, escuchar la radio, reírse de sí mismo, leer, cantar, veranear con Juana en su casa de Altafulla.
A Labordeta le quiere mucho la gente.
En Regular, gracias a dios Labordeta recuerda su infancia, a sus padres y a sus hermanos, a sus hijas, a sus compañeros del Central, a otros cantautores. Los recuerdos le devuelven la imagen de una Zaragoza que él ama como pocos de nosotros. En este libro Labordeta repasa su vida de militancias radicales: la amistad, el compromiso con la gente a la que hizo suya, la palabra.
Regular, gracias a dios es un libro tierno, conmovedor. Un canto a la vida. Se han pasado cuatro años desde que le hablaron del PSA y le diagnosticaron un cáncer de próstata. Recibe cada día las visitas y el cariño perpetuo de sus amigos. Recorre veinte veces cada mañana el pasillo de su casa para decirse a sí mismo que está vivo.
A José Antonio Labordeta le gusta vivir, tal y como descubrió enseguida María Laura, la propietaria del Hotel San Martín de Altafulla.
12 agosto 2010
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