Es bien sabido que el magisterio fue un colectivo controlado por la iglesia y por los caciques de cada época, y que las maestras estuvieron sometidas a la estricta vigilancia de la sociedad. Gran parte de los expedientes incoados a maestras estaban relacionados con su vida privada, con sus comportamientos extraescolares y no con cuestiones estrictamente derivadas de su trabajo en las aulas. La vida de las maestras, sobre todo en los pequeños núcleos rurales como en los que trabajaron Elisa y Marcela, se reducía a la escuela y la iglesia. En este contexto de falta de horizontes, dos maestras reunieron el valor suficiente para enfrentarse a la sociedad y procuraron, por encima de cualquier otra cosa, su felicidad. Por eso se casaron –sirviéndose de mil argucias, mintiendo como mienten los enamorados– en la parroquia de San Jorge de Coruña el 8 de junio de 1901. Aquel fue, como se calificó en la prensa, un matrimonio sin hombre.
Marcela y Elisa hicieron cuanto estuvo en su mano para amarse. Por estar juntas renunciaron a su trabajo, a su familia, al país en el que habían vivido, se enfrentaron a burlas, censuras, insultos y acusaciones injustas. El malditismo de estas maestras fue una creación de los medios de comunicación de la época, tal y como demuestra Narciso de Gabriel en su búsqueda de datos sobre este episodio en las páginas de la prensa gallega, en la prensa de Madrid, de Portugal o de Buenos Aires. Los periódicos buscaban el sensacionalismo, publicitando los aspectos más escabrosos de la imagen de estas dos mujeres que decidieron amarse a costa del dolor, del desprecio, de la burla y de la condena pública. Y esta persecución mediática fue rentable. La revista Nuevo Mundo vendió en los días 3 y 4 de julio de 1901 cerca de veinte mil ejemplares, algo inusitado en la época. Cuando en 1904 los medios de comunicación dejaron de ocuparse ellas, se les pierde la pista, como si Elisa y Marcela hubieran desaparecido de la historia.
Aunque siempre se ha perseguido a quienes sueñan y a quienes son felices, estas maestras tuvieron el valor para enfrentarse consigo mismas, el valor de aceptar sus deseos y de luchar por sus sueños para no llevar una existencia hipócrita.
El profesor Narciso de Gabriel nos tiene acostumbrados a trabajos rigurosos, hechos sin ruido y sin prisa, estudios demorados, investigaciones a las que dedica el tiempo que cada proyecto le demanda. Así lo hizo, por ejemplo, en Escolantes e escolas de ferrado (2001), en Ler e escribir en Galicia (2006), o en una investigación particularmente cargada de valores éticos, origen del brillante artículo publicado en el año 2000 en esta misma revista: «Arximiro Rico. Vida e morte dun mestre republicano», y, ahora, con Elisa e Marcela, Alén dos homes (Nigratrea, 2008) ha demostrado que es posible esperar quince años para completar todos los detalles de una «una de las más extraordinarias historias de amor de todos los tiempos», como califica Manuel Rivas a la historia de Elisa y Marcela en el prólogo a la edición en castellano de la obra.
Afortunadamente Narciso de Gabriel es el historiador tranquilo que lee sin prisa, escribe acariciando cada palabra –esa pasión por la escritura bien hecha le ha valido premios tan prestigiosos como el María Barbeito, el Losada Diéguez, el Crítica Galicia y el Concepción Arenal–. Narciso de Gabriel no ha caído en la tentación de querer publicar una exclusiva, una primicia sobre una historia tan apasionante. Para demostrar esta pasión por el trabajo bien hecho basta reparar en las 522 notas al final del texto, en el brillante análisis de las claves interpretativas que Narciso de Gabriel ha hecho en la segunda parte del libro -hermafroditismo, lesbianismo, travestismo y feminismo- o en el detallado anexo en el que se reproducen documentos esenciales para entender e interpretar este suceso.
No puedo escribir en Sarmiento. Anuario Galego de Historia da Educación sobre este libro ni sobre su autor sin tener un recuerdo de admiración y de cariño para Herminio Barreiro, un profesor que hizo suya la promesa de Protágoras cuando invitó a Hipócrates a que fuera su alumno: «Si me acompañas te sucederá, cada día que estés conmigo, que regresarás a tu casa hecho mejor ». Y eso es lo que le ocurrió a Narciso de Gabriel y a un puñado de historiadores gallegos que proyectan de mil maneras en sus clases, en sus investigaciones y en cuanto escriben el poso que dejó en sus vidas el privilegio de haber conocido a Herminio Barreiro.
Víctor Juan
De Gabriel, Narciso, Elisa y Marcela. Más allá de los hombres, Barcelona, Editorial Libros del Silencio, 2010
Reseña publicada en la revista Sarmiento (Anuario Galego de Historia da Educación) correspondiente al año 2010
20 febrero 2011
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