Daría casi cualquier cosa por poder escribir hoy una carta a los reyes magos, por recuperar la emoción de la infancia, por abrazar a las personas que me hicieron tan feliz cuando era niño, por escuchar a mi abuelo Valentín enfadarse con el mundo («Ten cuidado, maño -me decía-, aquí, si te descuidas, te quitarán hasta la manera de andar»).
Daría casi cualquier cosa por poder contarle a mi padre cómo quiero a mis hijos.
Daría casi todo lo que me pidieras por volver a hablar contigo como hablábamos cuando solo queríamos ser.
06 enero 2011
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