18 mayo 2010

Efecto Bailey

Hoy, 18 de mayo de 2010, se cumplen cuatro años desde que se inauguró el Museo Pedagógico de Aragón. Siempre he tenido la tentación de imaginar qué hubiera sido de nosotros si determinadas cosas no hubieran ocurrido. Esta es la estrategia que Clarence, el ángel de segunda que aún tenía que conquistar sus alas, utilizó con George Bailey en Qué bello es vivir.

¿Qué hubiera pasado si no se hubiera publicado el decreto de creación del Museo?

Realmente nada importante. Hay tan pocas cosas realmente importantes que, si se piensa, casi todo es prescindible. Pero de todos modos, aplicaremos el efecto Bailey y supondremos que el Museo Pedagógico de Aragón no ha existido. Si así fuera, no se hubiera hecho una edición facsímil de El libro de los escolares de Plasencia de Monte y las revistas freinetinas que compusieron letra a letra los niños de la escuela nº 1 de Barbastro, regentada por José Bonet Sarasa, continuarían en el olvido. No se hubiera recuperado el libro de Casilda Manzana ni el de José Osés Larumbe. Menos personas hubieran pronunciado los nombres de Máxima Oliver Royo, Palmira Plá, Paco Ponzán o Pedro Arnal Cavero. No sabemos dónde hubieran terminado los libros del maestro Lorenzo Latapia Arilla ni donde se guardaría la imprenta del Grupo Escolar «Valentín Zabala». Nadie conocería las memorias de Valero Almudévar ni Pepe Melero y yo hubiéramos tenido la oportunidad de escribir una introducción para este libro. No se hubieran fabricado más de 1500 recortables para muñecas de Ramón Acín -ni hubiéramos contado a más de 1500 personas la historia de este hombre bueno-. No se hubiera presentado Aragón Educa. Revista del Museo Pedagógico de Aragón, ni yo hubiera tenido ocasión de trabajar con Víctor Gomollón, el grande. Si el Museo Pedagógico de Aragón no hubiera abierto sus puertas, el artesano Óscar Sánchez no hubiera hecho una reproducción exacta de la mesa de dibujo que diseñó Ramón Acín ni las 50000 personas que han pasado por la exposición permanente la hubieran podido visitar.

Y, sobre todo, si el Museo Pedagógico de Aragón no existiera, yo no te hubiera conocido.

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