05 noviembre 2006

Esperando

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No conocí a mi abuelo Emilio. Murió cuando mi padre tenía 12 años. Por eso mi abuelo fue mi abuelo Valentín. Hicimos muchísimas cosas juntos: viajamos en tren, fuimos al huerto de sus amigos a almorzar, le acompañaba a la taberna donde jugaba al guiñote, íbamos juntos a misa o al barbero, salíamos a tomar la fresca a La Porteta, le llevaba la cena al cine Lucero y luego volvíamos a casa de madrugada como si fuéramos dos viejos camaradas. Pero por encima de cualquier otra cosa, desde que tuve seis años, yo iba con mi abuelo Valentín a pescar. Si alguna mañana se marchaba sin mí porque me había visto dormir tan plácidamente que le había dado pena despertarme yo estaba enfadado toda la mañana. Luego comencé a ir solo a pescar. Mi abuelo se cansaba, le molestaba el calor y, además, se hizo viejo prematuramente y decidió marcharse. Unas semanas antes dejó encargadas magdalenas y pastas, compró unas botellas de anís y de coñac para que sus amigos se entretuvieran la noche que lo velarían. A partir de entonces todo lo he hecho solo. También he ido a pescar solo. He pasado miles de horas sentado a la orilla del pantano. Esperando que pasara algo. Creo que aquellas horas de espera explican mi capacidad para pasar días enteros mirando los pinos, mirando a las personas que quiero o mirando el cielo que miraba Paco Ponzán. Sin más. Esperando.

3 comentarios:

Javier López Clemente dijo...

Algunas veces pienso en todo lo que me he perdido por no conocer a mis abuelos.

Anónimo dijo...

Es lo bueno que tiene hacerse mayor: yo espero ser una abuelita de las de toda la vida, tipo la abuelita Paz pero sin moño. No sé si llegaré a tener nietos o a conocerlos, pero me consuela esa idea ahora que estoy pasando la crisis de los cuarenta, etc.
Si yo llegara a ser el abuelo Emilio, bienvenidas las arrugas y hasta los achaques.

Anónimo dijo...

Yo tampoco pude disfrutar demasiado de mis abuelos, vivían lejos, pero tengo un recuerdo especial de mi abuelo Cosme. Era el padre de mi madre. Estuvo varios años en EEUU de pastor (creo que en Idaho) y regresó por sorpresa dos meses después de casarse mis padres.Aún así se hizo uña y carne con mi padre.
Era roñica, muy grande, con un pelo blanquísimo y un sentido del humor genial.
Mira, me has hecho recordarlo. Buscaré fotos, y pensaré mas sobre él. Gracias.