07 octubre 2020

Mis nuevos alumnos son siempre tan raros...

 Hace unos días les decía que mis alumnos nuevos siempre son muy raros. Y sé que prometí una explicación porque una declaración como esa entraña muchos riesgos. 

Todos los años, durante estos días que son puerta de un nuevo curso, me pregunto si volveré a tener alumnos como los que he dejado, si volverá a tener sentido lo incierto, lo imprevisible, si seremos capaces de descubrir la línea que dibuja el vuelo de la mariposa, si -de alguna manera- nos encontraremos, si seré capaz de defenderme en las distancias cortas donde todos nos la jugamos, si las palabras hablarán de algo más que palabras, si sabremos encontrarles a las cosas un sentido. Y todo son dudas. No hay ni una mirada cómplice entre estos alumnos nuevos y yo. Por eso les parezco tan raro.