19 septiembre 2008

El domador

Ella nació para nosotros el 10 de mayo, el aniversario del día que Mohamed Alí Amar metió el gol de Nayim, el gol que cambió su vida y la nuestra. Es una yegua de capa pía, cuatralba -algún día galoparé con ella hasta enterrarlos definitivamente en el mar-. Podría llamarse de muchas maneras, pero se llama Zaragoza como la vieja y hermosa ciudad en la que ha nacido, la ciudad en la que hace doscientos años nos hubieran matado al tío Melero y a mí en cualquier plaza, en cualquier esquina, en un cuerpo a cuerpo por defender cada palmo de tierra en el que viven las personas que amamos. Me gusta mucho Zaragoza. Fernando Sanmartín diría que la miro como se mira a una mujer desnuda, pero yo no soy poeta y prefiero ser prudente con estas cosas. Guillermo ha empezado a domesticarla.

07 septiembre 2008

Fernando Sanmartín


Fernando Sanmartín se ha abonado al Real Zaragoza por complicidad con su hijo Jorge y para estar con sus amigos. A Fernando no le ha hecho falta ser un saltador de esquí en el día de año nuevo y todavía no ha ganado el Gran National. Ha vencido las heridas causadas por tres rinocerontes. Ha vivido con un cuadro de Ignacio Fortún y ha caminado hacia la tormenta. Ha sido valiente y generoso y acepta que Jorge le dejé atrás cuando practican esquí de fondo.
Ahora que es zaragocista sólo le falta aprender que las palabras, además de enmoquetarle el alma, sirven para componer algunos tacos para protestar las jugadas.
Y saber dónde está el corner.
Todo llegará, que la temporada es muy larga.

04 septiembre 2008

Ni lo sueñes

Me han hecho mil veces mil esa advertencia. Primero mi madre y ahora mi mujer. "Eso ni lo sueñes". Pero yo no hago caso. No hago caso casi nunca. Quizá sea un gen, el gen de no hacer caso, el gen que me transmitió mi abuelo Valentín:
- Ten cuidado, maño. Aquí, si te descuidas, te quitarán hasta la manera de andar.
"Eso ni lo sueñes". Pero yo sueño. Y cuando he soñado ya nada tiene remedio.