18 febrero 2010

La escuela y yo

Cuando en alguna ocasión me invitan a dar una charla y le encomiendan a alguien la tarea de presentarme me suele ocurrir que, si el presentador quiere ser cariñoso conmigo y añade algo más a mi condición de profesor y de director del Museo Pedagógico de Aragón, enseguida se me hace larga –por corta que sea– la enumeración de ocupaciones, libros y proyectos y siento que empezamos la charla muy mal porque quienes nos acompañan ya han empezado a aburrirse. A continuación pienso que lo importante nunca se dice. ¿Pero qué es lo importante para entender desde dónde hablamos, desde dónde escribimos? En mi caso, haciendo un apresurado resumen, podría decir que vivo en el sistema educativo. Tengo otras vidas, claro, pero eso ahora no viene a cuento. Vivo en el sistema educativo donde me instalé –me instalaron para ser más precisos– hace cuarenta y cuatro años. Yo no lo recuerdo, pero lo he oído contar muchas veces. Aún tenía que cumplir los dos años cuando doña Julia, la maestra que regentaba la escuela de la calle La Balsa, en Caspe, le dijo a mi madre:

–A este –sentenció señalándome con el dedo– le compras una bata y una silleta y me lo traes a la escuela, que bastante tienes con el pequeño y con el que está en camino.

Así empezó mi trayectoria en el sistema educativo, primero como alumno y luego como profesor en todos los niveles, desde la Educación Infantil a la Universidad. Por eso al pensar en mi relación con la escuela recuerdo una historia de Faemino y Cansado que empezaba en la habitación de un hospital. Cansado estaba apoyado en una cama con gesto indolente. Llevaba una bata blanca y colgaba de su cuello, como una estola, el fonendoscopio:

-Yo en este hospital –decía mirando al público– empecé de enfermo y ahora soy el jefe del servicio de trasplantes.

Algo similar me ha ocurrido a mí.

Hace poco era un niño que llenaba la cartera de periódicos porque debí entender que cuanto más pesa la cartera más importante es lo que se contiene en ella. Y ahora, cuando escribo estas líneas, hace ya 23 años que dicto dictados.

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