25 marzo 2007

"Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio".

Me agarro a esta suerte de resignación cada vez que he de afrontar una situación complicada: cuando esperé aquellos largos 12 minutos a las puertas del quirófano hasta que Javier Boné trajo a Blanca envuelta en una toalla, o cuando metí en cajas mi trabajo de quince años -los proyectos, los artículos, los libros, la ilusión de la que nacieron los millones de palabras- y les conté a los miembros del tribunal quien soy, cuando entro cada día en clase y siento cómo me miran los estudiantes, cuando me presentan ante un grupo de padres y de maestros como me ocurrirá el lunes en el Colegio Público Tenerías de Zaragoza o el martes en el CPR de Fraga, o cuando pronuncias mi nombre. La verdad no tiene remedio...

1 comentario:

Anónimo dijo...

..y a veces te quema. Como el fuego.