16 diciembre 2006

Liarse a hostias

Antes alcanzábamos la mayoría de edad, aunque en Carabanchel Alto, según Manolito Gafotas, se cumplía la edad penal. Ahora se cumple la edad del móvil o la edad de la cuenta en el messenger. Medimos el paso del tiempo por las distintas versiones de los programas. Fernando García Mongay nos contaba el otro día en Huesca que los jóvenes prefieren la web2.0, aunque los más adelantados ya están en la web3.0... Frente a "Me quedé anclado en la música de los ochenta", ahora se escucha "yo sigo con el Windows'98"...
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Cuando se vive en un diseminado y tus vecinos cuentan la vida por adores, cuando te sorprendes diariamente pensando "quién habrá hecho el casting de mi vida", cuando descubres que no hay mayor aventura que compartir con ellos la primera luz del día, cuando ya sólo haces aquello que antes has soñado, cuando... Es muy fácil pensar que las cosas ya te valen, que ya todo está bien así. Pero últimamente, cada vez con mayor frecuencia, me invaden unas ganas casi irresistibles de liarme a hostias con cualquiera. Creo que pronto no me servirá el "ya me va bien". Me gustaría vivir en una ciudad mejor -aunque yo ya vivo bien-, me gustaría que tuviéramos un sistema de sanidad mejor -aunque yo, afortunadamente, no padezco grandes enfermedades-, quiero que el acceso a una vivienda digna sea una realidad -aunque yo ya tengo mi casa-, quiero que nadie esté en peligro por ser mujer -aunque yo nací hombre-, quiero un sistema educativo de calidad para todos -aunque yo podría compensar las lagunas de mi formación y de la formación de mis hijos fuera del sistema educativo- No sé... A veces siento que tengo que estar enfrente, militantemente enfrente. A veces siento que no me va a quedar más remedio que liarme a hostias.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Espero que lo tuyo sólo sea un arrebato lingüístico...no merece la pena pegarse con nadie...por lo menos en frío y si se logra escribirlo es que ya estas más calmado que tus palabras...saludos

Vanlat dijo...

Me ha encantado esta entrada, la he copiado en mi blog por supuesto con tu nombre y su dirección. Volveré a leerte por aquí.
Un beso ¡y feliz día!

Javier López Clemente dijo...

Nunca me he liado a hostias propiamente dicho. Pero tengo muy marcado el recuerdo de las dos primeras veces que me fostiaron de los lindo. En ambas ocasiones permanecí muy quieto, demasiado quieto. La primera fue... no recuerdo porque y la segunda, en la edad de pelusilla en el bigotte, estaba entre asustado, me habían tapado con un saco, y cabreado por el abandono de mis amigos, esos con los que un par de minutos antes compartía ligues con las chicas de otro barrio, así de osado era yo :-)