20 septiembre 2006

El ateneo

Ayer estuve en Madrid. Es la primera vez que no dudé en cada rotonda o en cada paso subterráneo. Soy de esos tipos que cada vez que existe una mínima posibilidad se equivocan. Pero ayer no me perdí. Creo que todo es un problema de autoestima, de confianza en uno mismo. Dejé el coche donde había previsto dejarlo y abandoné la Corte sobrepasadas las 22 h. Ni siquiera que vi atrapado en un atasco o me engulló una tuneladora municipal. Comí en la Plaza de Santa Ana, junto al Teatro Español donde Antonio Machado hizo pequeños cameos. Como los lugares están asociados a canciones yo temía que se me "acercara una petarda faltona diciendo que es amiga de Pachito Varona". Entré en algunas librerías de viejo y tuve un par de primeras ediciones de Pedro Saputo en las manos, pero no quise comprarlas. También estuve sentado en un banco la Plaza de Las Cortes. Tiene razón Labordeta: es imposible distinguir a los diputados de sus guardaespaldas. Se ha impuesto definitivamente el horterismo. Además, en determinados círculos, en Madrid no eres nadie sin chofer. Me habían invitado a dar una charla en el salón de actos del Ateneo. Antes paseé bajo la mirada indiferente de algunos los más notables ateneistas de Madrid: Emilia Pardo Bazán, Joaquín Costa, el Conde de Romanones, Luis Buñuel, Juan Ramón Jiménez...

2 comentarios:

Javier López Clemente dijo...

Me suelo equivocar en casi todos mis viajes en coche, al principio me molestaba pero ahora creo que es parte imprescindible de la escapada.
Citas a Sabina, ahora que estoy entre el odio por su escasa renovación artística y la adoración que siempre le deberé.

Anónimo dijo...

No te pierdes gran cosa, dado como anda el Ateneo.

http://ateneodemadrid.blogspot.com/