Soy uno
de esos aragoneses que solo sabemos querer a Aragón -sin que nos cueste ningún
esfuerzo, sin estridencias ni artificios- porque esta es la tierra en la que
trabajamos, soñamos, somos felices y sufrimos cuando nos toca. Aragón es un
territorio abierto, con una rica historia, con tradiciones y celebraciones que
nos han unido desde la antigüedad. Aragón es, sobre todo, su gente, hombres y
mujeres, que nacieron aquí y también personas que han venido de lejos y han
decidido quedarse.
Me
gustaría que conociéramos mejor nuestro patrimonio, la riqueza que durante
siglos se ha depositado en nuestras tres lenguas, los compromisos que hemos
asumido a lo largo del tiempo, pero sobre todo me gustaría que los aragoneses creyéramos
en nuestro presente y en nuestra capacidad para soñar juntos un futuro mejor.
Para que todo esto sea posible, la educación es un factor clave porque solo se
ama aquello que se conoce. La educación es la herramienta que nos permitirá
hacer de Aragón un país más libre, más culto y más justo. Y en esta tarea todos
somos necesarios.
[Publicado en el Diario del AltoAragón, 23 de abril de 2013]
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