12 de julio de 1972, Luis Ocaña es todavía líder de la general del Tour de Francia. Le lleva siete minutos y medio de ventaja a Eddy Merck. Bajando el Col de Mente, Ocaña se estrella contra el suelo. Aturdido y desorientado no puede ni pedalear. Sus compañeros no le abandonaron y le llevaron hasta la meta.
Cuando todo se hunde, cuando tenemos la certeza de que vamos a fracasar porque cualquier cosa que queramos hacer, incluso la más pequeña cosa, se convierte en un imposible, necesitamos una mano, una palabra, una mirada, un silencio de alguien que nos diga sin hablar «estoy aquí, creo en ti, sigue peleando».
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