09 marzo 2013

Nuevo Aragón de 9 de marzo de 1937

El diario Nuevo Aragón se editó en Caspe desde el 20 de enero de 1937 hasta que el 11 de agosto del mismo año las tropas de Enrique Líster entraron en la ciudad y asaltaron los talleres en los que se imprimía el periódico.

El 9 de marzo de 1937 Nuevo Aragón publicó el homenaje que Paco Ponzán, Evaristo Viñuales, Miguel Chueca y José Mavilla rinden a Ramón Acín, que había sido asesinado en Huesca el 6 de agosto de 1936. Paco Ponzán y Evaristo Viñuales fueron alumnos de Acín en la Escuela Normal de Maestros de Huesca. Los dos militaron activamente en la CNT y ambos fueron Consejeros en el Consejo de Defensa de Aragón. Evaristo Viñuales se suicidó en el puerto de Alicante cuando el Stanbrook se hizo a la mar y centenares de milicianos quedaron a merced de las tropas de Franco. Los nombres de Acín, Viñuales y Ponzán también pueden leerse juntos en el estremecedor párrafo del testamento que Paco Ponzán firmó el 27 de diciembre de 1943 en la prisión de Toulouse:

“Deseo que mis restos sean trasladados un día a tierra española y enterrados en Huesca, al lado de mi maestro, el profesor Ramón Acín, y de mi amigo Evaristo Viñuales”.

Algunos proyectos los perseguimos durante años. Sin embargo, la edición facsímil de este periódico se resolvió en un solo día. Sabíamos que en Nuevo Aragón se publicó un homenaje a Acín por los cinco recortes que se conservan en el Museo de Huesca y que incluyeron Emilio Casanova y Jesús Lou en La línea sentida. Llamé a María Paz Cantero, conservadora del Museo de Huesca, y me confirmó que no tenían el ejemplar completo. No sabíamos qué otras noticias se habían publicado en Nuevo Aragón aquel 9 de marzo de 1937. Pensé que hubiera sido muy hermoso que Palmira Plá, la maestra que dirigió las colonias escolares y que por aquella época también estaba en Caspe, hubiera firmado un artículo ese mismo día.

Después de hablar con Mari Paz, recurrí a algunos de mis amigos: Javier Cortés, Carlos Serrano, Antonio Peiró, Julián Casanova, Víctor Pardo, Javier Díaz, José Luis Melero… Todo indicaba que tendríamos que dirigirnos al archivo de Salamanca confiando que allí se conservara el ejemplar del 9 de marzo y que estuviera en condiciones de ser reproducido. Pero fue Alberto Serrano Dolader –caspolino, periodista y amante de todo lo que tiene que ver con Caspe y con Aragón– quien me dio la alegría del día…«Has tenido suerte –me escribió en un mensaje poco antes de la medianoche–. Hace más de treinta y cinco años, en mis tiempos de estudiante en Barcelona, compré algunos, muy pocos, ejemplares de Nuevo Aragón y tengo el que te interesa. Cuando quieras te lo dejo».
«Mañana –tecleé apresuradamente– Lo quiero mañana».

De algún modo, esta edición facsímil del ejemplar número 42 de Nuevo Aragón que el Museo Pedagógico de Aragón acoge entre sus publicaciones, es una nueva ocasión para que Ramón Acín, Paco Ponzán y Evaristo Viñuales vuelvan a estar juntos. Y para que este cuento tuviera un final feliz también estaba, en la página 7, el artículo de Palmira Plá sobre colonias escolares.

En los cuentos todo ocurre en el momento preciso. Y eso es lo que sucede con este ejemplar de Nuevo Aragón que ahora podemos leer. Palmira Plá pudo no escribir un artículo en este periódico o pudo publicar su texto cualquier otro día, Alberto Serrano pudo no haber comprado algunos números de Nuevo Aragón o que entre ellos no se hubiera encontrado este. Cuando acaricio las ocho páginas de Nuevo Aragón sé que todo sucedió para que Ramón Acín, Paco Ponzán, Evaristo Viñuales, Palmira Plá y ahora también nosotros estemos aquí todos juntos.

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