Marisa Fanlo me decía que en Torrero yo jugaba en casa. Y tenía razón. Los amigos nos hacen sentir en cualquier parte como en nuestra casa. Y eso me sucede a mí cuando voy a Torrero.
Lo más bonito de la noche me ocurrió al final. Un señor que estaba sentado en las primeras filas salió de la sala en cuanto terminé. Se marchó a su casa y volvió con un sacapuntas. Me dijo que lo encontró hace años en una casa antigua de Castiello de Jaca. Eugenio Lasarte -así se llama mi nuevo amigo- me lo regaló como recuerdo de una noche de palabras porque el sacapuntas tiene grabada una pajarita, una pajarita de Ramón Acín.
Guardaré este sacapuntas -este tajador como aprendí a nombrarlo en Caspe durante mis primeros días de escuela.
-Qué detalle más bonito, ¿verdad, Pepe? -le dije a Melero cuando caminábamos hacia el lugar donde se levantaba la cárcel de Torrero
-Bonito, bonito... Lo bonito sería que hubiera traído dos: uno para ti y otro para mí...
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