«Nos enteramos de
que las tropas fascistas estaban entrando en Barcelona. Pensamos en muchas
cosas, en los artilleros que emplazaban sus cañones en el jardín cuando salíamos.
Seguro que se quedaron allí copados. Pensábamos esencialmente en Barcelona, en
la ciudad. Allí aprendimos muchos a pensar, a conocer, a distinguir lo justo de
lo injusto, a practicar la solidaridad y a luchar por un mundo mejor. En ella
se desarrolló el humanismo y fue el osado taller en el que se forjaron los
derechos del hombre y los órganos obreros que aspiraban a la emancipación de
los trabajadores y a la supresión de las clases discriminadoras.
¿Qué pasaría
ahora en la capital del arte y de la gentileza? No era necesario esforzarse
mucho para imaginarlo… Se impondrían el crimen y la humillación. Me estremecía
imaginarlo».
Félix Carrasquer. Memorias
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