Cuando el auto de transportes que realizaba el trayecto Barcelona-Barbastro dejó en la escuela la imprenta, los niños supieron que nunca olvidarían aquel día y escribieron en la primera página de Chicos:
“La fecha de hoy, 1 de junio de 1933, será célebre en la historia de nuestra escuela dirigida por D. José Bonet (…). Grandes eran nuestros deseos de ver nuestros pensamientos en caracteres impresos”.
Cada vez que pienso en estos textos libres, compuestos letra a letra, tengo la certeza de que estamos ante el relato de la vida contada con ojos de niño, una gran novela colectiva que convierte a Barbastro en Macondo. En esta sinfonía coral fluye la memoria, la pasión, la aventura, el humor, los sucesos íntimos de las familias, las tradiciones, las romerías, los viajes, las celebraciones, las travesuras, los dramas cotidianos, los juegos, los paisajes, los rincones de la ciudad y los personajes que pululaban por el entorno vital de aquellos centenares de niños que tuvieron el privilegio de contar el mundo con palabras auténticas, con palabras de señalar, nombrar y querer porque en su vida se cruzó José Bonet Sarasa, un maestro que puso a su disposición la herramienta que les permitía hacer reales y tangibles –mediante los tipos de plomo, el linóleo, las gubias, la tinta y el papel– sus pensamientos y sus sentimientos.
El tiempo ha convertido a aquellos niños que compartieron la alegría de la palabra y de la creación, en cronistas de la ciudad ya que en estas páginas encontramos la historia cotidiana de Barbastro: los aniversarios de la proclamación de la República, los resultados de los exámenes de reválida del instituto, el cine, los comercios, el circo, la siembra, la poda, la fabricación de cañizos, la molienda de la oliva, la colonia escolar de Torredembarra, los partidos de fútbol…
Junto a estas páginas de las revistas Caricia, Chicos y Helios también recuperamos la luz de la palabra que alumbró algunas escuelas aragonesas gracias al trabajo de maestros como José Carrasquer, Ramón Acín, Herminio Almendros, Simeón Omella y José Bonet.
Los textos escritos por los niños de Barbastro son una evidencia del poder emancipador de la palabra, una muestra de cómo las palabras nos permiten apropiarnos del mundo, contarnos y explicarnos, desear, recordar y soñar. Y hoy más que nunca, en nuestra sociedad mediática, la palabra es un instrumento imprescindible.
Víctor Juan
[Presentación del libro Transformar el mundo desde la escuela con palabras. Los cuadernos freinetianos de Barbastro durante la II República
23 junio 2009
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