25 octubre 2006

El balcón de la ciudad


La ciudad serena me invitaba a contemplarla desde los enormes balcones del ayuntamiento. La sala de Fernando el Católico sin Fernando el Católico resultaba casi acogedora. Dicen que Marín Bagüés no tuvo un buen día cuando pintó el retrato del monarca que tanto monta, monta tanto. Zaragoza es una mujer madura que nos sostiene imperturbable la mirada, segura de sí misma, con quien pasaríamos más de mil y una noches de insomnio, pasión y palabras sin terminar de conocerla, sin que sus secretos se agotaran, una mujer sorprendente, siempre nueva, propicia y enérgica. No sé cuando volveré a asomarme a la vida desde aquí. En estos balcones celebraremos la Champions, pero quizá los nervios no me permitan hacer fotografías. Por eso he quitado esta fotografía con mi qtek para recordar que una mañana de otoño la ciudad me invitó serena a contemplarla desde los enormes balcones del ayuntamiento.

2 comentarios:

Magda Díaz Morales dijo...

El amor que se percibe en los zaragozanos por su ciudad es de admirar. Se contagia.

La fotografìa es muy linda, un hermoso lugar que tus ojos contemplaron para compartir con nosotros.

Javier López Clemente dijo...

El salón de la ciudad esta vacio. Me ha resulado muy extraña esa visión porque desde esa perspectiva siempre había visto la Plaza del Pilar repleta de gente.
La tonalidad oro de la luz es una delicia.