27 septiembre 2006

Lo primero fue contar

Melero Rivas, José Luis, Los libros de la guerra. Bibliografía comentada de la Guerra Civil en Aragón (1936-1949), Zaragoza, Rolde de Estudios Aragoneses, 2006.

Leer es un placer, un vicio secreto y en algunos extremos una perversión. En cualquier caso, leer es una posibilidad que hay que conquistar porque implica un esfuerzo consciente y una inversión considerable de tiempo, de ilusión y de confianza en la promesa que los libros encierran y que no es otra que la remota posibilidad de encontrar en sus páginas secretos que nos harán mejores, más sabios, más felices, o nos ayudarán a soportar la vida y a entendernos mejor. Antes de conquistar la libertad que supone el aprendizaje de la lectura escuchábamos las historias que nos contaban las personas que más nos amaron y que junto a las narraciones nos regalaron la palabra protectora, un refugio seguro contra la soledad y el desamor. Por eso creo que el placer de leer es superado por el placer que despierta en nosotros el acto de generosidad que supone que una persona a quien respetamos, valoramos o queremos nos cuente lo que ha leído, lo que ha vivido, lo que sido. Entonces conocemos las historias desde la mirada de otro, desde la biografía y desde las lecturas previas de quien nos cuenta.
Hace mucho tiempo, José Luis Melero Rivas (Zaragoza, 1956) decidió leer, leer para vivir, “leer trece veces por minuto”. Los libros de la guerra. Bibliografía comentada de la Guerra Civil en Aragón (1936-1949) se ha cocido al fuego lento de esta pasión de Melero por la lectura. Varias décadas después de ser lector, José Luis Melero decidió contarnos aquello que había leído. Estoy seguro de que yo no hubiera sido capaz de leer esos 128 libros (ni los miles de libros que es necesario haber leído para entender este centenar y cuarto de obras).
El resultado es un libro cargado de erudición, brillante y ameno que se lee con una sensación de fastidio al comprobar que –irremediablemente- se agota el alfabeto y que con las letras se agotará el repertorio de libros que el autor ha seleccionado.
Sabemos que entre las obras comentadas hay un libro realmente malo “uno de los peores libros que uno ha leído nunca”. En una ocasión, Pepe Melero recuerda el surrelismo de Mariano Sebastián, conocido como Pichorretas, el genial pastelero de Aguarón que se confesaba “autor de lo peor que se ha publicado hasta el día”. Por Los libros de la Guerra sabemos que Albalate del Arzobispo se llamó Albalate del Luchador y también sabemos que si se hubieran aceptado los argumentos de Gimeno Riera cuando afirmaba que “El mar de España debe ser para todos los españoles” ahora Zaragoza tendría una playa en Benicarló o en Los Alfaques. Podemos imaginar la miseria, el romanticismo, el dolor, la crueldad que presidían aquellos días. Melero no cae en la tentación de suavizar algunos terribles episodios: la mutilación y agonía del obispo de Barbastro, el asesinato de Ramón Acín y de Conchita Monrás, el ensañamiento con algunas familias caspolinas, la frialdad de las confesiones (“he matado a 110 personas”). También tenemos noticia del insólito encargo que recibió mosén Jesús Arnal de sacar de Bujaraloz a todas las mujeres que habían llegado con los milicianos, trasladarlas a Sariñena y devolverlas a Barcelona...
La sabiduría de Melero jamás parece pedantería. Nos podría hacer sentir ignorantes, abrumarnos con su conocimiento y su portentosa memoria, con todos los saberes que ha atesorado durante una vida dedicada a la lectura. Pero Melero escribe sin estridencias, sin esperar nada a cambio, sin otra pretensión que contar. Leer a Pepe Melero es como si una noche serena, después de una cena en Villa Albina, tuviéramos el privilegio de escuchar a José Oto cantar una magallonera amoninico. Pepe Melero escribe con la misma humildad que el agua menuda hace barro y fecunda la tierra: sin hacer ruido, sin molestar a nadie, sin innecesarios alardes de erudición. Sin trampa ni cartón.

Víctor Juan

Mañana, jueves, a las 20 h., Víctor Pardo presentará Los libros de la Guerra en el Museo Pedagógico de Aragón.

1 comentario:

Anónimo dijo...

He leido varios comentarios sobre este libro y su autor y he podido formarme una clara percepción de su tema tan interesante y del gran talento de su hacedor, como dijera Borges.

Enhorabuena.