Estén donde estén, los niños tienen
derecho a la educación. Por eso, el Gobierno de Aragón destina maestros a
puestos de trabajo singulares como hospitales o centros de acogida de menores.
En la escuela del Hospital Infantil Miguel Servet tres maestros atienden a los niños
que están ingresados en las plantas. Son niños que aprenden, juegan, quieren a
sus padres, se enfadan, sueñan… Niños a los que les gusta saltar en los charcos,
pisar la hierba con los pies descalzos, comer chocolate, cantar sus canciones
favoritas, abrazar a sus amigos y que gane su equipo de fútbol… Son niños como
todos los niños de nuestras escuelas. Por extraño que parezca, los niños que
acuden al aula del hospital son el soporte de los adultos. Sus sonrisas iluminan
el mundo y con sus lágrimas se extiende la oscuridad absoluta. La actividad
irrenunciable de un niño, por encima de la enfermedad y del cansancio, es el
juego. Un queridísimo amigo se enfrentó a tres rinocerontes. Le hirieron, es
cierto, pero les ganó la batalla. En realidad fue su hijo quien cuando tenía
cuatro años ganó la batalla a la leucemia. Luego creció convencido de que a él nunca
le había pasado nada malo. Hoy juega al fútbol, esquía y prepara su ingreso en
la universidad. Pablo Neruda en la «Oda a Federico García Lorca» escribió: «por
ti pintan de azul los hospitales…». A los niños que están ingresados en el
Hospital Infantil de Zaragoza un grupo de artistas les ha pintado con los mil
colores de la esperanza las escaleras y las habitaciones donde juegan, aprenden
y viven.
Víctor Juan
Esta es la introducción a la entrevista a Eduardo Guillén, maestro de la escuela del Hospital Infantil de Zaragoza, que he publicado en la centrales de Heraldo Escolar.
Aquí puede leerse entera en formato pdf: